“Orwell se está muriendo pero quiere acabar ‘1984’, y lo acaba porque tiene un propósito”
Ada Klein Fortuny, médica y escritora, publica ‘La plaga blanca’
Qué tienen en común Chéjov, Kafka, Mansfield, Salvat-papasseit, Éluard y Orwell? Los seis fueron tísicos. La tuberculosis une a estos personajes, pero también otra cosa: no dejaron nunca de trabajar. “La enfermedad define al hombre, pero el carácter del hombre define el transcurso de la enfermedad”, dice Ada Klein Fortuny en
La plaga blanca (L’altra Editorial), un ensayo que parece una novela o una novela ensayística, que está causando furor. La autora, que nació en 1975 y se esconde tras un seudónimo, es médica y trabaja en la investigación en enfermedades infecciosas. Aunque no quiere dar más datos, su catalán escrito presenta rasgos dialectales de las comarcas gerundenses.
¿Por qué trata la tuberculosis en medio del coronavirus?
El libro lo acabé hace tres años, después de cinco trabajando. Estudio estas enfermedades y, tal como iba reuniendo información sobre la tuberculosis, me vino la idea.
No habla exactamente de la enfermedad.
Encontré mucho material del que no se hablaba. Conocemos su obra y su biografía literaria. Leía a Chéjov y pensaba que sus libros no es lo más importante que hizo. Este señor construía colegios, porque estaba obsesionado con que los campesinos tenían que estudiar. ¿Cómo es que nadie ha hablado de ello?
El nexo es la enfermedad, pero ha escrito casi una novela, completando con ficción los agujeros.
Quería que quedara claro que es una novela, a diferencia de cuando escribo trabajo académico, en el que todo tiene que estar contrastado. He interpretado a estos personajes a partir de como yo los he leído, y así es como lo he escrito.
¿De dónde sale la información?
Parto sobre todo de cartas y diarios. En el caso de Katherine Mansfield, hay un volumen muy bonito que reúne notas y papelitos suyos.
En la bibliografía menciona también un artículo científico de Cristina Vilaplana que habla de tres de estos personajes. Pero en el caso de Papasseit, busca rastros de la enfermedad en los poemas.
Es la única excepción. En los otros no lo he hecho. Éluard no habla directamente de la enfermedad. Los poetas, cuando hablan, lo hacen de una manera tan poética, que muchas veces no se entiende. Pero Salvat lo hace explícitamente.
Enfermos, pero salen adelante.
Es la idea que quería contar, que coincide en estos seis y no en otros. Los seis tienen una obsesión, son capaces de focalizarse en una cosa. Orwell se está muriendo, está fatal, pero quiere acabar de escribir 1984.
Y lo acaba. Tener un propósito ayuda bastante a la gente que está enferma a resistir.
Ahora que se habla tanto de que la cultura es segura, ¿además nos puede alargar la vida?
Sí, claro. Sin la cultura, la vida es muy difícil. No sirve para nada práctico, pero sí acompaña. Aunque la gente no lea, a todo el mundo le gusta que le cuenten historias, porque la vida es muy dura, y sin la cultura aún lo es más.
Nos descubre que Salvat-papasseit
debía de tener una amante en el sanatorio. ¿Qué encontrará el lector de estos escritores? Encontrará su humanidad, no sus obras. La vida de Kafka fue muy atormentada y su final, muy duro.
¿Por qué usa pseudónimo?
Porque hay un juego. Tengo mi trabajo, bastante público y bastante serio, y después está el resto. Si se tiene que hacer público, entonces es todo ruido. El ruido quita mucho tiempo, y yo tengo mucho trabajo.
La tuberculosis une en este ensayo a Chéjov, Kafka, Éluard, Orwell, Mansfield y Papasseit