El rayo fósil
La galería ADN expone los dibujos expandidos de Abdelkader Benchamma
El año solo acaba de empezar, pero me atrevo a afirmar que la exposición de dibujo expandido que presenta Abdelkader Benchamma en la galería ADN va a ser una de las mejores del 2021. Abrió a mediados de diciembre, permanecerá abierta hasta final de febrero o primeros de marzo y se titula Rayon fossile, un término tomado de la astrofísica que alude a un fondo del universo, invisible, y puede evocar además ciertas aventuras de Blake y Mortimer, dibujadas por Edgar P. Jacobs.
Benchamma (Mazanet, Francia, 1975) es ante todo un dibujante. Que además sus dibujos se expandan por las paredes y se desplieguen en forma de instalaciones arquitectónicas o de esculturas, o que se concentren en libros impresos, es en cierto modo secundario. Esta es su tercera muestra individual en esta galería barcelonesa y es la mejor hasta la fecha, en parte gracias a que el amplio espacio de la nueva sede de ADN le ha permitido expresarse con plenitud, y en parte porque también la obra reciente de Benchamma es no solo más abstracta, sino también más rigurosa en sus procesos y métodos y más profunda en su visión de una realidad incierta y en perpetua transformación.
Su dibujo expandido es singular, y sin embargo puede evocar el de otros dibujantes excelentes: los Diluvios de Leonardo (realizados hace ya cinco siglos y parecen visiones del siglo XXI), los árboles como nubes subjetivas y como signos de Alexandre Hollan, los paisajes cristalizados o etéreos de Moebius, o fluidos, ingrávidos y oníricos del mallorquín Pere Joan, o incluso los trazos precisos en blanco y negro de otro referente del cómic moderno, influido por los grabados antiguos como el propio Benchamma: el californiano Charles Burns. También se pueden encontrar visiones equivalentes de estos paisajes de materia y energía en el dibujo abstracto contemporáneo –por ejemplo en los paisajes de trazos de Juan Escudero– y en la fotografía abstracta atenta a las formas de la luz y el fluir de la materia en el tiempo.
En la obra de Benchamma se da la paradoja de un trazo sorprendente que, sin embargo, obedece siempre a un método autoimpuesto, a una autodisciplina. Pero el resultado de esa autolimitación aparece como un suceso libre o liberador y es sugestivo y expansivo, como una apertura mental. Los límites trazados subrayan la existencia del fragmento y a menudo son atravesados, trascendidos. La reducción cromática al blanco y negro –salvo pocas excepciones–, es un factor de abstracción que aumenta la indeterminación y la capacidad de evocación de estos dibujos. Las formas pueden ser nítidas, pero la falta de color permite imaginar fusiones de los cuatro elementos naturales, distintas posibilidades de la materia y la energía. Así, en sus dibujos encontramos grupos fragmentarios de trazos, dispersos y rodeados de espacio blanco, paisajes indefinidos o inestables que pueden evocar la materia mineral en estado sólido, un oleaje fluido, un fuego en estallido, un fragmento de organismo, la tierra
Última semana para visitar la muestra de Luis Feo en Pigment Gallery, una selección de dibujos hiperrealistas de paisajes polares que parecen fotografías
que tiembla o se agrieta, un magma volcánico o un instante en una nube de tormenta.
A veces se evocan posibles estados intermedios, en fase de transformación. O incluso fusiones que parecen imposibles, como ese rayo fósil que da título a la exposición. Esta precisa indefinición de los paisajes, que son figurativos y a la vez son abstractos, se expresa también mediante una clara incertidumbre en lo referente a la escala de la representación. Los trazos y texturas son fractales, y podrían aludir a partes de la realidad visible en la escala humana, a paisajes microscópicos o cósmicos, o incluso a paisajes de fusión material y anímica: los ojos de un torbellino, el cuerpo de una tormenta, los fragmentos de una fuga espaciotemporal.