La Vanguardia

Después de la burbuja

- Francesc Peirón

El banquillo de los 76ers de Filadelfia era una sucesión de sillas vacías al arrancar el partido contra los Nuggets de Denver. ¿Acaso los suplentes se habían declarado en huelga?

Solo había dos asientos ocupados, mientras cinco de sus compañeros trataban de dar réplica a las canastas de los de Denver. Esos dos sentados eran los suplentes de los suplentes, porque los reservas habituales se hallaban en la pista.

El baloncesto estadounid­ense ha salido de la burbuja mágica del Disney de Orlando donde la NBA lo encapsuló para concluir la pasada temporada. Ahora se juega en la realidad nada virtual de un país en el que el otro día murieron por la pandemia 4.000 personas en 24 horas y en el que a diario se rondan los 3.000 difuntos de media.

Los 76ers jugaron contra los Nuggets con tan solo siete jugadores disponible­s como consecuenc­ia de una doble plaga: los lesionados y los confinados por la covid.

En verdad, para saltar al campo debían de tener ocho inscritos, así que apuntaron en la lista al alero Mike Scott, no apto para jugar por una rodilla maltrecha.

A Zidane le dio la llorera porque a los futbolista­s aristócrat­as del Real Madrid les molestó jugar en la nieve de Pamplona.

Doc Rivers, entrenador de los de Filadelfia, también pensó que su duelo con los de Denver debería haberse aplazado, aunque lo suyo parece más razonable. En Pamplona todos compitiero­n en las mismas condicione­s, en la ciudad de Pensilvani­a, no.

Los Nuggets echaron mano de sus estrellas este pasado sábado. Pero ya lo escribió Anaïs Nin, “la vida se encoge o se expande en proporción al coraje de cada uno”.

En lugar de quejarse y de buscar excusas, los pupilos de Rivers lucharon hasta el último suspiro. Perdieron con dignidad (103115). En ausencia de sus dos All Stars –Ben Simmons y Joel Embiid–, además de Tobias Harris y Seth Curry, el único del quinteto titular en la cancha fue Danny Green. Así que tres rookies, los novatos Tyrese Maxey, Isaiah Joe y Dakota Mathias jugaron al menos 41 minutos con denuedo.

Sangre fresca. Los tres aprovechar­on su oportunida­d, en especial Maxey, que el pasado curso pertenecía a los Wildcats de la Universida­d de Kentucky, con 39 puntos.

Si algo recuerda a la burbuja de Disney es que los pabellones están vacíos. Si algo también ha dejado claro la realidad es que, parafrasea­ndo a Mark Twain, algunos escribiero­n el obituario de Stephen Curry demasiado pronto. Los Warriors de la bahía de San Francisco se hallan muy lejos de ser el equipo arrasador que fue. Pero Curry sigue siendo Curry: una burbuja.

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