Catalunya prorrogará las restricciones actuales
El Ministerio de Sanidad y las comunidades eluden la autocrítica por su gestión de la Navidad
Las autoridades autonómicas intentan evitar el colapso de unos hospitales en situación extrema
La región madrileña sigue con medidas laxas pese a que tiene 627 casos por 100.000 habitantes
La última semana del 2020 el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, acudió al Consejo Interterritorial de Salud para explicar a las comunidades cómo iba avanzando la pandemia y la necesidad de endurecer el plan de Navidad de manera urgente. Pero entonces, con la Nochevieja aún por celebrarse, los consejeros decidieron no cambiar nada, salvo Catalunya, Baleares y Valencia, que habían adoptado medidas antes.
Dos semanas después, lo evidente es que la tercera ola está descontrolada (ayer se registraron más de 38.000 nuevos contagios y 195 fallecidos en las últimas 24 horas) y hay amenaza de colapso de los hospitales (la ocupación de las ucis supera de media el 27%). Así las cosas, ahora sí, las autonomías endurecen medidas con contundencia, mientras algunas ya claman por el confinamiento domiciliario. Y con las nuevas restricciones en la mano, acudieron ayer al Consejo Interterritorial.
El Gobierno sigue negándose a un confinamiento total porque considera que con las medidas adoptadas ahora se puede combatir el virus mientras se acelera el plan de vacunación. De hecho, las autoridades sanitarias esperan que los resultados se vean en el plazo de tres semanas, según fuentes regionales. Pero, tal y como reconoció el ministro Salvador Illa, no se entonó ninguna autocrítica por parte del Gobierno ni de las comunidades autónomas sobre la gestión de la pandemia para las fiestas navideñas.
Ahora la gran mayoría de las regiones ha decidido reducir los contactos (grupos máximos de entre 4 y 6 personas, limitar la actividad de la hostelería) ampliando el toque de queda nocturno desde las 22 o 23 h) o las aglomeraciones acortando el horario de los comercios y los aforos. También se han impuesto confinamientos perimetrales de municipios y regiones para reducir la movilidad. El blindaje lo están ejecutando todas las comunidades, excepto Madrid. Aun siendo la cuarta región con más casos, la Comunidad de Madrid ha decidido mantener como está la actividad comercial y económica.
La autonomía que dirige Isabel Díaz Ayuso insiste en actuar solo en las zonas más afectadas (que ya son la mayoría de la región), pero de una manera laxa: cierres perimetrales de las áreas, sin control policial y comercio hasta las 22 h, bares y restaurantes hasta las 0 h, y toque de queda nocturno de 24 a 6 h. Mañana, el gobierno madrileño anunciará nuevas zonas con esas mínimas restricciones.
Frente a Madrid y su plan único están el resto de comunidades. Ayer, el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijoó, en tono serio y tajante, anunció las nuevas restricciones que entrarán en vigor mañana: adelanto del toque de queda a las 22 h y el cierre perimetral de un total de 63 municipios, incluidas las siete grandes ciudades, cierre generalizado de la hostelería a
Las regiones amplían el toque de queda a las 22 h, reducen los grupos a 4 personas y limitan la hostelería
las 18 h, y las reuniones “tanto públicas como privadas”, de solo cuatro personas.
A Galicia le siguió La Rioja, Navarra, Asturias, Castilla-la Mancha, Castilla y León, País Vasco, cuando días antes lo hicieron Baleares, Extremadura y Murcia, entre otras.
A la espera de que estas medidas muestren su eficacia, algo que se comprobará en la primera semana de febrero, se acelerará el plan de vacunación. El primer grupo, el de los más vulnerables, se prevé que estén vacunados con las dos dosis antes de que finalice febrero. Entretanto, el Gobierno trabaja en establecer el siguiente grupo a vacunar: según fuentes regionales, se centrará en los ciudadanos de riesgo. Mientras se avanza en la vacunación, las miradas se fijan en los hospitales, muchos de ellos (como Valencia, La Rioja, Murcia o Catalunya, entre otros) con serios problemas. Ya se están cancelando intervenciones no urgentes y desplegando hospitales de campaña. La perspectiva, de nuevo, es angustiosa para las próximas semanas.