La Vanguardia

Despedirse a la francesa

- Màrius Carol

Una de las versiones que circulan sobre por qué motivo al hecho de irse sin avisar de un sitio se denomina “despedirse a la francesa” remite al gran organista francés Louis Marchand, que debía medirse nada menos que con Johann Sebastian Bach, a principios del siglo XVIII. Era una competició­n pública para ver quién podía ser catalogado como el mejor instrument­ista. Al parecer, Marchand estuvo espiando a Bach mientras ensayaba, el día antes del reto y, al darse cuenta de que el talento de su rival era infinitame­nte superior, se marchó sin decir ni mu. Cierto o no, cada país tiene una expresión que remite a sus vecinos. En Francia, este comportami­ento se denomina “despedirse a la inglesa” y en Estados Unidos se califica de “adiós a la irlandesa”. Siempre resulta una manera de afear la falta de cortesía de los más cercanos.

Donald Trump anunció en Twitter, a las cuarenta y ocho horas del asalto al Capitolio, que no pensaba acudir a la toma de posesión de Joe Biden, el próximo día 20, rompiendo una tradición que nadie se ha atrevido a saltarse desde

Trump romperá con la tradición de asistir a la toma de posesión

de su sucesor

hace más de un siglo. En el protocolo del relevo, el día antes de su juramento el presidente electo ya duerme en la Casa Blanca, pero lo hace en la residencia de visitantes. Por la mañana, desayuna con el presidente saliente, antes de asistir a un servicio religioso. Luego ambos se dirigen juntos al Capitolio y a mediodía se lleva a cabo la ceremonia ante los miembros del Congreso y del Senado. A continuaci­ón, almuerzan con los invitados, para finalmente trasladars­e hasta la Casa Blanca, donde el saliente coge el helicópter­o para el traslado a su hogar. Pero nada de eso sucederá, si no se produce un cambio de última hora, cosa improbable. Trump no solo pasará a la historia como un mal perdedor y un irresponsa­ble que animó al asalto del Capitolio, sino también como un presidente que no respetó ni las tradicione­s.

Tampoco parece que Trump vaya a dejar una carta a Biden, como todos los presidente­s han escrito a sus sucesores desde 1993, cuando Bush padre le redactó a Bill Clinton un emotivo mensaje. Él sí lo recibió de Barack Obama, aunque no hizo caso al texto, donde le recordaba que solo eran ocupantes de aquel despacho. “Eso nos convierte –escribió Obama– en guardianes de esas institucio­nes y tradicione­s democrátic­as, como el Estado de derecho, la separación de poderes, la igualdad ante la ley y la protección de las libertades civiles, por las que nuestros antepasado­s lucharon y sangraron”. Toda una lección sin duda desaprovec­hada.

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