La Vanguardia

La vacunación es prioritari­a

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Del mismo modo que, durante meses, la prioridad científica ante la pandemia fue fabricar una vacuna fiable, la prioridad en el ámbito asistencia­l es ahora la vacunación. Por supuesto, el sistema sanitario, tanto en el frente de atención primaria como en el hospitalar­io, debe seguir al pie del cañón para contener al virus. Pero la labor preventiva que se desarrolla con la vacunación masiva es la que, a medio y largo plazo, será decisiva para librarnos a todos de la pandemia.

El coronaviru­s sigue exhibiendo su naturaleza expansiva y muy contagiosa en todo el mundo. En China, donde empezó a manifestar­se hace un año, y que durante los últimos meses ha alardeado de sus éxitos, hay ahora confinados veintidós millones de personas por nuevos brotes. Estados Unidos ostenta el dudoso honor de encabezar todas las listas, según se acerca a los 24 millones de infectados, a los 400.000 muertos y sostiene ahora un ritmo cercano a los 250.000 nuevos casos diarios. En Alemania, país que gestionó con éxito relativo las primeras oleadas de la pandemia, esta vuelve a desmadrars­e. La canciller Merkel, dando nuevas pruebas de su iniciativa, decidió días atrás complement­ar el programa de vacunación que le correspond­e bajo el paraguas de la Unión Europea con nuevas compras de dosis. Expresaba así su convencimi­ento de que la vacunación es una batalla decisiva en esta guerra contra el virus, y que hay que sumar el máximo número posible de pertrechos para afrontarla con visos de pronto éxito.

En Catalunya y en España el ritmo de vacunación no es óptimo. No vamos a recordar ahora que países como Israel exhibieron una envidiable diligencia: ha vacunado ya al 15% de la población, a razón de 150.000 dosis diarias. Ni a extenderno­s sobre las posibilida­des que tienen nuestros gobernante­s de imitar a la canciller alemana y elevar el número de dosis disponible­s en nuestro país. Pero sí creemos necesario instar a que la vacunación se lleve a cabo a la mayor velocidad posible.

Los datos disponible­s nos dicen que se podría ir más deprisa. Anteayer se habían inoculado en España cerca de medio millón de dosis, el 65% de las disponible­s. ¿Por qué no todas? En Catalunya, se había inyectado el 68,7% del stock recibido. En Madrid, la peor comunidad por ritmo de vacunación, solo el 36,4%. Algunas autonomías están vacunando mucho más deprisa que otras (Melilla, al 100%; Asturias, al 94,6%). Y eso es difícilmen­te justificab­le, puesto que la vacuna es igual de necesaria en todas partes.

Las autoridade­s deben esforzarse para aumentar el número de dosis obtenidas, y optimizar la distribuci­ón y las dotaciones de personal sanitario, para que la vacuna, tanto tiempo esperada, contribuya cuanto antes a erradicar la enfermedad. No hay mejor camino de vuelta a la normalidad.

Una rápida inmunizaci­ón de todos los ciudadanos es el mejor camino de vuelta a la normalidad

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