A una clave de la fortuna
Perder la contraseña de acceso a su monedero virtual le puede costar 200 millones de euros a un inversor en bitcoins
Olvidar la contraseña de acceso a un dispositivo o cuenta digital es un problema común en nuestros días. La mayor parte de las veces no supone más que un leve incordio. Basta con seguir unas sencillas indicaciones del proveedor de nuestro producto o servicio para recuperarla o crear una nueva.
Pero, ¿qué ocurre cuando nadie nos puede auxiliar porque no hay ninguna empresa detrás del servicio del que somos usuarios? ¿Cómo recuperar una clave a la que nadie excepto nosotros ha tenido acceso y ahora se ha extraviado en nuestra memoria? En este caso, la magnitud del problema dependerá del valor que tenga aquello a lo que queremos acceder. Si es un disco duro que contiene una cartera de bitcoins valorada en 200 millones de euros, la historia adquiere tintes dramáticos.
En esta tesitura se encuentra el programador informático de origen alemán Stefan Thomas. Este programador obtuvo en el 2011, en los albores de la era de las criptomonedas, 7.002 bitcoins, que por entonces tenían un valor testimonial. Creó un monedero de bitcoins y lo almacenó en un disco duro externo junto con las claves de acceso a la cartera digital.
Para custodiar sus bienes digitales escogió un USB que permite crear una contraseña encriptada. Si se extravía u olvida la clave de acceso el usuario tiene diez intentos para acertarla. Thomas ya ha probado con ocho de las contraseñas que usa habitualmente. Si falla dos veces más, el dispositivo se formateará y su contenido desaparecerá. Los 200 millones en bitcoins de Thomas se habrán volatilizado para siempre.
No se trata de un caso tan singular como pueda parecer. Según Chainalysis, una de las principales compañías de análisis e inteligencia en blockchain, cerca de una cuarta parte de los bitcoins han caído en el pozo del olvido porque sus propietarios no saben cómo acceder a ellos.
Es lo más parecido a perder un boleto premiado del euromillón. Pero con la dificultad añadida que en el mundo de las criptomonedas no hay nadie a quien reclamar. Una de las razones de ser del blockchain es precisamente la voluntad de prescindir de los intermediarios a la hora de realizar transacciones económicas. “Es un sistema de bases de datos compartidos entre los usuarios que aceptan conectarse. No hay un banco detrás que emita tarjetas o ejerza de intermediario entre un comprador y un vendedor. Escapa de la regulación de cualquier gobierno porque no se puede perseguir a cada ciudadano que participa de este sistema”, explica Víctor García Font, profesor de Informática de la UOC y experto en criptomonedas.
Al ingeniero alemán ya no le parece tan buena la idea de manejar dinero virtual sin la supervisión de ningún organismo. “Me acuesto en la cama y pienso sobre cómo solucionarlo”, cuenta en una entrevista a The New York Times. “Entonces me acerco al ordenador con una nueva estrategia y no funciona. Y vuelvo a desesperarme. La razón por la que tenemos bancos es que no queremos lidiar con todas esas cosas que hacen los bancos”, concluye.
Una cuarta parte de las criptomonedas se pierden porque sus propietarios no saben cómo acceder a ellas