La Vanguardia

Una final para Messi

El argentino, con molestias en el bíceps femoral pero sin comunicado médico, se perdió la semifinal

- CARLES RUIPÉREZ

Hay veces, muy pocas, que la noticia llega antes incluso de que empiece a rodar el balón. Cuando se hacen públicas las alineacion­es, cuando los jugadores todavía no han salido a calentar. Algo que solo se merecen los mejores, los más grandes. A los que siempre que no juegan se les echa de menos porque tienen esa facultad de dejar un vacío inmenso cuando no están. El cuerpo, un músculo, el bíceps femoral para más señas, no dejó estar a Messi. Lo sacó de la semifinal. Pero el Barcelona, huérfano de Messi, le regaló una final al crack. El tiempo dirá si puede estar.

Ni titular y ni siquiera en el banquillo. Descartado. Se permitían nueve suplentes y el Barça tuvo que incluir dos porteros reservas. Messi se fue a la grada. Señal de que no estaba para jugar ni en caso de gran necesidad. Aunque tampoco hubo comunicado médico. Mutis. Nadie dijo nada. Ese silencio que acompaña a las malas noticias del argentino. Cuando te dejan en visto, es que las dudas son certezas.

La alarma saltó por la mañana, cuando el equipo se desplazó para realizar una sesión de activación en la ciudad deportiva Rafael Gómez y Messi no subió al autobús. Se quedó en el hotel. Fue el único. Mal asunto. Por la tarde, a la llegada al Nuevo Arcángel se le vio bajar las escaleras del bus y un vendaje se asomaba por debajo del pantalón corto.

No había nada oficial. Y el Barcelona colgaba un vídeo en las redes sociales desde dentro del vestuario y el brazalete de capitán estaba sobre la camiseta de Leo. La ilusión duró poco. No estaba en el once.

Cuando Koeman retiró al diez en Granada justo después del 0-4, todo el mundo lo leyó en clave de la Supercopa.

Era el momento ideal para ahorrarle 25 minutos. Cuatro días después se demostró que no era un descanso al uso. Que aquello fue un cambio por precaución.

Gol emitió el domingo unas imágenes del futbolista argentino tocándose la parte posterior del muslo izquierdo en la segunda parte en Granada. Poco después Koeman le llamó y le sustituyó.

El lunes Messi se entrenó. Pero el martes reaparecie­ron las molestias. Y no había que arriesgar. No fue como en Budapest o Kíev, cuando ya no viajó para la cuarta y la quinta jornada de la Champions. Messi voló el martes a Córdoba. Hizo 710 kilómetros para nada. O sí, para apoyar a sus compañeros. Para ver desde la barrera la primera tanda de penaltis del Barcelona en más de 22 años. Messi, en la grada, celebró el gol de De Jong, levantó los brazos, aplaudió pero no se puso de pie. Por si acaso. El domingo hay partido. Hay un título en juego.

Además, falta un mes y tres días para la ida de los octavos contra el PSG. Ese encuentro sí que es una de las prioridade­s de la temporada. Y eso se nota. En el bando francés, ayer mismo reaparecía Neymar en la segunda parte de la Supercopa francesa, después de un mes fuera de los terrenos de juego. El brasileño, marcó de penalti, ya se prepara para su duelo con su amigo Messi.

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EP De Jong remata de cabeza en posición forzada el primer gol del partido

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