La Vanguardia

De Maquiavelo a presunto estafador

En una de sus últimas decisiones, Trump concede el perdón a su exasesor Steven Bannon

- F. PEIRÓN

Steve Bannon quería ser como Maquiavelo, el gran padre de la ciencia política de Estados Unidos, versión supremacis­ta blanca, y ha acabado siendo perdonado por el presidente Donald Trump en uno de sus últimos actos ejecutivos.

Al margen de gran ideólogo de Trump, papel que ha compartido con Stephen Miller, quien empezó y ha acabado los cuatro años en la Casa Blanca, Bannon en realidad ha alcanzado notoriedad en esta última época como acusado por una estafa. El que fuera estratega jefe de Trump al arranque de su gobierno trató de sacar tajada de una de las ideas más determinan­tes del presidente: el muro en la frontera con México.

Según los fiscales de Nueva York, Bannon desvió en su beneficio propio dinero recaudado para esa construcci­ón. Engañó sin más a los que creyeron que ese dinero serviría para echar más hormigón y acero.

Él es una de las 143 personas a las que Trump ha perdonado o conmutado la pena. Su caso es preventivo, por cuanto todavía no ha sido juzgado y, por tanto, no hay pena. En la lista también figuran Elliot Broidy, recaudador de fondos para el Partido Republican­o, y Albert J. Pirro, promotor inmobiliar­io y, sobre todo, exmarido de Jeanine Pirro, una de las estrellas de la Fox más trumpistas.

La relación de Trump con Bannon arrancó en el 2016. Su campaña iba de mal en peor y Bannon, bien relacionad­o con financiero­s ricos, como los Mercer, y mejor conectado con la extrema derecha desde su jefatura en la web Breibart, asumió el papel de dotar de contenido la candidatur­a.

Una vez se produjo la victoria en noviembre de ese año, Bannon pasó a ser un hombre de peso en el gobierno. Sin embargo, cayó en desgracia por su mala relación con lo que el exitosamen­te bautizó como Javanka, es decir Ivanka, la hija del presidente, y su marido, Jared Kushner.

Bannon lanzó un movimiento en otros países y se alineó con el clero más ultra de Estados Unidos para atacar al papa Francisco.

Una vez que dejó la Casa Blanca publicó Fuego y furia, libro que Trump criticó desde su Twitter. Sin embargo, y tras esa distancia inicial, no hubo una ruptura con el presidente. Volvieron a tener contacto telefónico y Trump en todo momento escuchó sus aportacion­es.

En realidad, Bannon jugó un papel relevante, aseguran los analistas, en la apuesta que hizo Trump por descalific­ar el resultado electoral del pasado 3 de noviembre. El exasesor intentó en todo momento que Trump llegara hasta las últimas consecuenc­ias.

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EDUARDO MUNOZ ALVAREZ / AP Imagen de Steve Bannon al salir del juzgado federal de Manhattan

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