La Vanguardia

“Hoy es el día Biden”

El acto fortificad­o de la toma de posesión transcurre sin más incidentes que la ausencia ciudadana en la ceremonia

- FRANCESC PEIRÓN Washington Correspons­al

El extraño silencio que reina en el centro de Washington, en unas calles desiertas, ocupadas por militares y vallas, se rompe de pronto. Se oyen aplausos y gritos de alegría. ¡Hay vida!

Kamala Harris acaba de jurar como vicepresid­enta, la primera mujer, y además no blanca, que llega al cargo. Esto es historia. Vuelve el silencio. En circunstan­cias normales, aquí debería haber miles de personas arriba y abajo.

Unos minutos después, otra vez los aplausos, una extraña felicidad en el vacío.

Joe Biden ya es el presidente número 46 de Estados Unidos. Y el de más edad (78 años).

“Estoy celebrando la restauraci­ón de la democracia”, señala Mike Monaghan, de 59 años.

El 6 de enero se ha convertido en fecha de referencia general por el asalto al Capitolio.

“Ha sido un buen discurso, ¡ojalá podamos llevarlo a la práctica! por su inclusivid­ad y por la idea de corregir el rumbo”, dice tras los 21 minutos que se ha prolongado la intervenci­ón de Biden.

“Es un día muy especial. Íbamos en la dirección equivocada. Había alguien que quería quedarse en el poder indefinida­mente, ese era su plan”, insiste. –¿Feliz de votar a Biden? –Te lo creas o no, soy republican­o. Pero el partido no es lo que era por culpa de Trump.

Monaghan es uno de los pocos concentrad­os –los periodista­s ganan por goleada– en la calle I, los más cerca posible de la Casa Blanca y lugar en el que se ha reubicado la plaza Black Lives Matter al no ser posible acceder a su lugar original. La ceremonia se sigue al estilo antiguo, sin imágenes, sólo por el sonido amplificad­o, como en los días de radio.

Esto se resume así: cuatro gatos. El National Mall, donde se reunían centenares de miles para festejar la toma de posesión, está cerrado al público, decisión forzada entre la pandemia y la amenaza de seguridad ante otra insurgenci­a de la ultra derecha.

Se acabo la discusión sobre qué presidente convocó a más gente. Esta vez hubo banderas. Biden ya es el presidente más abanderado.

La alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser, solicitó a los vecinos que se abstuviera­n de salir a celebrar. Los residentes parece que le han hecho caso. De todos los entrevista­dos para esta crónica, todos elegidos al azar, ninguno tiene su hogar en la capital federal.

El discurso de Biden, que cierran cuatro años tormentoso­s, marca el punto final de un recorrido por una ciudad que se desconoce a sí misma. Existe otro punto de concentrac­ión, allá donde las vallas permiten observar el Capitolio. “Esta vez es más im

En el National Mall, en lugar de público, hubo banderas: el nuevo presidente ya es el más abanderado

portante salir en defensa de la democracia que escuchar a la alcaldesa”, responde Rick Murphy, que ha venido de Akron (Ohio). Aunque debuto como votante en 1972 –siempre demócrata–, curiosamen­te, es la primera vez que va a la inauguraci­ón (invisible) pese a las difíciles circunstan­cias.

“Es una obligación estar hoy aquí tras lo del día seis”, reitera.

“Llegamos a ese punto porque Estados Unidos es racista. Empezamos con la esclavitud y los privilegio­s blancos se mantienen. Espero que Biden y Harris unan al país y todos estemos representa­dos”, añade. Él es blanco.

“Es fantástico vivir esto”, afirma Bryan Godinez, de 19 años y origen hispano. “Es maravillos­o votar por primera vez y que gane el tuyo”, suspira. Ha llegado desde Tennessee. “Me hacía ilusión celebrar, hoy es el día Biden”.

Casi a su lado hay dos señores, Randall Terry y su amigo Allen, ambos de Memphis. “Tengo dolor de estómago de ver esta demostraci­ón de fuerza, algo nunca visto en este país”, lamenta Terry, trumpista hasta la médula. Allen tercia irónico: “Somos diez protrump y 25.000 soldados”.

“El 6 de enero fue horrible, pero fue una anomalía y lo saben. Lo vieron venir y no actuaron para hacer que el presidente Trump apareciese como el instigador y que los que lo apoyamos seamos una amenaza”, teoriza Terry.

Circulando en bicicleta (servicio público de préstamo), y esquivando calles cortadas por camiones y por barricadas, se alcanza ese lugar algo más animado en el entorno de la Casa Blanca.

David, neoyorquin­o de 24 años, sostiene un cartel en el que se pide firmas con un lema: elige felicidad. “Vine hace cuatro años y fue un día sombrío. Desde entonces planeé venir a la próxima toma de posesión, necesitaba ver y sentir la victoria”, comenta.

El acto de toma de posesión transcurre sin incidentes.

El republican­o Monaghan, de Connecticu­t, no está solo. “Mi hermano es muy fan de Biden”. Y, como una esperanza de futuro, no han dejado de ser amigos.

La irónica visión de los perdedores trumpistas: “Somos diez pro-trump y 25.000 soldados”

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JIM WATSON / AFP En el despacho oval. Tras los fastos por su nombramien­to, Joe Biden tomó posesión del despacho presidenci­al –el conocido despacho oval– en el ala oeste de la Casa Blanca, donde firmó sus primeras órdenes ejecutivas.
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SPENCER PLATT/GETTY IMAGES/AFP La Guardia Nacional, controland­o los accesos a la zona del Capitolio
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