La Vanguardia

El banco farola que tenía calefacció­n

- LLUÍS PERMANYER ÀNGEL TOLDRÀ / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

Principio con la leyenda urbana. Ignoro el origen de la historieta sobre las dos portezuela­s bien visibles que aparecen en la base de todos los históricos e imponentes bancos farola del paseo de Gràcia. Sostiene que servían para meter dentro carbón o leña para así calentarlo. Se me antoja inverosími­l en una Barcelona nada siberiana.

Tampoco se justifica para acceder al manejo de las clavijas que daban paso al gas; ignoran que al ser inaugurado­s los bancos en 1906, las farolas ya eran eléctricas. Otra versión asegura que permitía acceder al cableado. Quizá.

Lo cierto es que cuando se llevó a cabo en la época olímpica una renovación a fondo, en aquel interior ya no había nada, según el director entonces del servicio del patrimonio arquitectó­nico municipal.

¿Por qué la leyenda urbana perdura sobre la informació­n verdadera? Malicio que se adorna con una historia siempre más fascinante que la real, tan fría y previsible.

Aquellos originales y hoy tan estimados bancos farola habían sido proyectado­s por el arquitecto Pere Falqués. Plantó 32, pero el de Rosselló ha desapareci­do; más otros siete en la zona de los Jardinets, también eliminados.

La farola fue construida en el acreditado taller de forja de Manuel Ballarín, cuñado de Falqués. Les pertenece la autoría de otra obra notoria, tanto que recibieron este encargo por la magnífica acogida de los también bancos farola que, en número de 11, fueron alineados antes, en 1905, a lo largo del paseo Lluís Companys.

Y confirmado el acierto, llevaron a cabo otro modelo más, en esta ocasión sólo farola para rodear el Cinc d’oros, presencia vistosa que dio pie a este bautizo popular. Eran seis, y al pretender mejorar allí la circulació­n rodada, las encerraron en el almacén municipal. Por fortuna fueron rescatadas, pero sólo situaron cinco para realzar la avenida Gaudí, y entonces las repintaron de almagre, color más acorde con el Modernisme que el negro.

Antes precisé que los bancos farola del paseo de Gràcia eran estimados hoy. Y es que cuando estalló la campaña noucentist­a alimentada por Eugeni d’ors contra el Modernisme, los ninotaires arremetier­on contra la pareja Falqués-ballarín, culpables de haber situado en tan solemne espacio aquel horror, hacían votos para que un vendaval se lo llevara por delante y aseguraban que la pareja merecía ser ahorcada allí.

Al calor que aquella campaña antimodern­ista se aprovechó para hacer correr la voz de que la pareja Falqués-ballarín era una alianza corrupta, dado que el arquitecto era funcionari­o municipal. No se probó nada y todo quedó en agua de borrajas. Hoy los tres modelos de farola son admirados por su originalid­ad creativa.

Las portezuela­s, dicen, servían para meter en la base carbón o leña para calentarlo

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Los criticados bancos farola del paseo de Gràcia estimulan ahora la leyenda urbana
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