La Vanguardia

“El infierno está aquí”

Aleixo Paz, ‘el niño de fuego’: ardió el 90% de su cuerpo

- Víctor-m. Amela

Tengo 20 años. Me crié en Quart (Gironès) y vivo en Salt. Estoy a la espera de una paga de invalidez. Prefiero no tener pareja, y no quiero tener hijos. ¿Política? Embusteros políticos. ¿Creencias? Creo más en el de abajo que en el de arriba. Tengo cuatro perros: Furia, Nina, Nene y Anita

Ardió todo su cuerpo?

El 90% de mi cuerpo. Más de la mitad de los quemados en ese tan alto grado mueren.

¿Por qué usted no?

Yo era un niño y no me daba la gana de morirme.

¿Qué edad tenía?

Ocho años, cuando el accidente. Cumplí nueve en Vall d’hebron.

Cuénteme el accidente.

Aquella noche quise ir con mi padre. Es camionero. Me gustaba estar con él.

¿Le acompañaba a menudo?

Sí. A París, a Italia. Parábamos aquí y allá, veía lugares. Recuerdo mucho un viaje a Galicia, hay parientes por allí. Aquella madrugada mi padre iba a La Jonquera.

¿Qué carga transporta­ba?

Iba a recoger gasóleo para distribuir­lo en varios puntos de Catalunya. Me colé en el camión, y... ¡sácame tú de ahí!

Así que partieron juntos.

Sí, y yo me dormí en cabina. En algún punto de la ruta...

El accidente.

Esquivó un choque, el camión hizo tijera, hubo impacto con otro camión, entró gasóleo y me ardía el cabello...

¿Le ardía el cabello?

Me desperté con el pelo en llamas. Mi padre me sacó afuera, y corrimos, pero resbalamos en aquel suelo mojado de gasóleo...

Ay.

Me impregné y todo mi cuerpo ardió. Me levanté y corrí, corrí... envuelto en llamas.

¿No hubo forma de apagarlas?

Mi padre acabó con los brazos quemados de tanto intentarlo.

¿Quién le salvó?

Ardí hasta quedar desnudo y con toda la piel negra. Debiera haber muerto allí. Otro camionero cruzó su camión, detuvo el tráfico, llamó a emergencia­s...

¿Tardaron?

Antes llegó un helicópter­o de prensa. Me sobrevolab­a y me asustaba. Mis imágenes en llamas salieron en TN migdia.

Pues muy mal.

En el TN nit ya las evitaron. Cuando llegó el convoy de bomberos, ambulancia­s y policías, ¡el camión estalló!

¿Hubo heridos?

La onda expansiva fue hacia arriba, yo la vi: si hubiese salido de lado... hubiese destrozado el convoy.

Le llevaron a la uci, supongo.

Un año entero en la uci. El día que me sacaron, sufrí parada cardiorres­piratoria. Me reanimó Arana, todo su peso sobre mí.

¿Quién es Arana?

La cirujana pediátrica residente. Me lleva ella desde el principio. Más de una vez me dio por muerto: “De esta noche no pasa”, decía a mis padres. Y sobreviví a una gripe A.

¿Cómo está su caso ahora?

Cada mes bajo al hospital, les cuento mis dolores y molestias y van operándome...

¿Cuántas operacione­s?

He contabiliz­ado 43 operacione­s, pero han sido más. Ahora me toca injerto de piel en el costado...

¿De dónde sacan la piel?

De las pantorrill­as. Por eso no puedo tatuármela­s como quisiera. Pero sí la espinilla.

¿A ver?

Una calavera: mi diosa, si tuviera algún dios. Si por mí fuera, no viviría. Vivo por no darle un disgusto a mi madre. Y la cuido. Aunque mi muerte sería un descanso para ella...

¿Cómo está ella?

Muy enferma. Mi misión hoy es cuidarla. La he hecho sufrir tanto con mis cosas...

¿Y usted?

Sufrí las miradas de miedo, susto, rechazo... “Monstruo”, me llamaban, ¡y era un niño!

¿Lloraba por eso?

No: sentía rabia. Yo odio a la gente. “Dios te bendiga”, me soltaba uno. “Campeón”, me decía otro. Anda ya. ¿Campeón, por tocarme lo que me tocó? Campeón eres si revientas al rival a puñetazos en un combate de boxeo. Como mi amigo Chaca: he compuesto una canción para él, la hemos cantado juntos.

¿Compone usted canciones?

Escribo, es un modo de aliviarme sin dañarme. Y he grabado algunas canciones. Yo no salgo por ahí, tengo mi soledad, dos amigos de niñez del barrio, y no me interesa nadie.

¿Novia?

Casi me caso, pero al final hay dolor. No quiero cargas, y mucho menos un hijo. Creí haberla embarazado: se me cayó el mundo.

¿Mejor solo, pues?

Sí, ya me peleo bien conmigo mismo.

¿Cómo vive usted la era covid?

Malditos políticos, ni saben qué es un hospital. Menos aplausos y más recursos. En Vall d’hebron cerraron plantas. Los sanitarios necesitan apoyo total.

Si no hubiese tenido el accidente...

El fútbol era mi vida, yo jugaba bien. Quién sabe...

¿Cómo se encuentra de ánimo hoy, después de todo?

Tan cabreado y tan perdido como siempre. El infierno sigue aquí.

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PERE DURAN / NORD MEDIA

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