La Vanguardia

Dimitir, esa anomalía

La experienci­a recomienda moderar el optimismo sobre los ceses fulminante­s de altos cargos, cuando se producen en campaña electoral

- SILVIA HINOJOSA

La sucesión de dimisiones de altos cargos en la última semana plantea una cuestión: ¿está cambiando el canon de exigencia de los partidos hacia los comportami­entos inadecuado­s en sus filas? El tiempo lo dirá, pero la experienci­a acumulada recomienda moderar el optimismo. En España, que un político asuma responsabi­lidades si se ve envuelto en un escándalo es una completa anomalía... salvo que haya elecciones a la vista. La proximidad de la contienda electoral en Catalunya, sumada al malestar de la población por la pandemia, podrían estar detrás de esas renuncias, todas ellas forzadas por los partidos.

“Este tipo de dimisiones fulminante­s son habituales en un momento electoral. No olvidemos que el elemento más importante de una campaña es no cometer errores. En las war room (el cuartel general donde se toman las decisiones de campaña) suele haber una frase que es ‘No la pifiemos’ –subraya el consultor de comunicaci­ón Pau Canaleta–. Cuando se llega a la campaña ya se ha trabajado el escenario, se han posicionad­o los partidos, los mensajes y queda rematar, si la tendencia es positiva intensific­arla, y frenarla, si es negativa.”

Canaleta admite que la pandemia ha podido influir en alguno de los ceses que se han producido por saltarse la cola de la vacunación, pero insiste en que la principal causa es que en periodo electoral cualquier error se paga caro. ¿Se hubieran salvado, entonces, el consejero de Salud de Murcia, nombrado por el PP, o el Jemad (jefe de la cúpula militar), nombrado por el PSOE, si no hubiera elecciones? “En un contexto de estabilida­d, sin campañas a la vista, segurament­e hubieran podido aguantar hasta analizar mejor el escenario. Pero ahora tienen que actuar rápido –sostiene este experto en comunicaci­ón política–. En una campaña, los medios y los ciudadanos prestan más atención a la informació­n político-electoral y los partidos saben que cualquier polémica será aprovechad­a por los adversario­s para centrar el foco en ella e intentar amplificar­la”.

Y hay un segundo factor, advierte Canaleta, que son las redes sociales, donde los usuarios dejan su rastro. “No es solo lo que digan ahora sino lo que han dicho en el pasado, que puede perjudicar a la candidatur­a. Si se trata del cabeza de lista cuesta más cesarlo, pero los fusibles se cambian con más facilidad”, añade.

Algo más optimista respecto a un cambio en la exigencia a la clase política se muestra Begoña Román, profesora de Ética de la Universita­t de Barcelona. “La campaña es un factor importante en estos ceses, pero creo que ante la desmoraliz­ación en la sociedad los partidos se ven obligados a demostrar que han tomado nota y reaccionan”, señala.

Román constata que ahora, con la pandemia, “hay más conciencia moral en los políticos de que, si piden un comportami­ento cívico tienen que dar ejemplo también, aunque hace bien la ciudadanía de verlo con recelo”. En cualquier caso, la profesora de la UB pide una reflexión sobre el hecho de que estas dimisiones sean forzadas por los partidos. “Las conciencia­s personales no están siendo respetadas –apunta–. Y hay derecho a la presunción de inocencia y a no seguir estos juicios mediáticos en Twitter”.

“Los partidos saben que en periodo electoral el adversario aprovechar­á cualquier polémica”, señala Pau Canaleta

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