La Vanguardia

Paisaje con niebla

- Màrius Carol

Ya advirtió el filósofo Emil Cioran que cuando un solo perro se pone a ladrar a una sombra, diez mil perros hacen de eso una realidad. Las sombras han fascinado a los poetas, hasta el punto que le hicieron decir a Rudyard Kipling que las personas acaban por parecerse a sus sombras, como si estas tuvieran vida propia, como si nos condiciona­ran nuestros pasos. Pero tampoco hay que sobrevalor­ar el efecto de una sombra, como nos avisó Novalis: “Cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol, no vaya a ser la sombra de un pigmeo”.

Carles Puigdemont intenta movilizar a su electorado desde Waterloo en una campaña atípica en la que –a su juicio– “la sombra del 155 sigue vigente”. Mal sitio la localidad belga para percibir bien las sombras, pues las nieblas que desdibujan el paisaje las difuminan hasta hacerlas invisibles. Estamos en precampaña y todos los candidatos se atreven a forzar las costuras de los argumentos. Pero recurrir al 155 parece un recurso fácil, victimista, impropio. “Sánchez e Illa son directamen­te

Ya va siendo hora de dejar de buscar sombras y mirar la realidad de frente

correspons­ables de que el 155 esté vigente”, proclamó Puigdemont, número 1 de la lista de Jxcat por Barcelona, a pesar de que la persona más votada para encabezar la formación fue Laura Borràs. Además, acusó al PSOE de que se afronte una campaña sin normalidad, de que utilice las cloacas del Estado y de que use la guerra sucia contra su movimiento. Y responsabi­lizó a Illa de ser el responsabl­e de la peor gestión de la pandemia de Europa, lo que dicho desde Bélgica es temerario, porque este país no está para dar lecciones sobre políticas sanitarias.

La sensación es que Waterloo está cada vez más lejos de Catalunya y que quien a menudo parece quedarse sin sombra es Puigdemont, lo que debería inquietarl­e. Carlos Ruiz Zafón escribió en La sombra del viento: “Yo creo que nada sucede por casualidad, ¿sabes? Que, en el fondo, las cosas tienen un plan secreto aunque nosotros no lo entendemos”. Es una forma de rechazar el azar y de explicar que todo sucede por algún motivo, aunque no seamos capaces de descifrarl­o. Y de la misma manera que la pandemia segurament­e es fruto de haber forzado la naturaleza, la fragilidad de Catalunya probableme­nte es el resultado de haberla estresado con una DUI que ni siquiera avalaba una mayoría social.

Ya va siendo hora de que los catalanes dejemos de buscar sombras y miremos la realidad de frente. Para afrontar el futuro y para no diluirnos en la nostalgia.

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