La Vanguardia

Lento ritmo de vacunación

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El descubrimi­ento de las vacunas contra la covid en un tiempo récord fue un gran triunfo de la ciencia y constituyó un hito histórico. Abrió la esperanza para el principio del fin de la catástrofe que supone la pandemia. Pero la producción y distribuci­ón de dichas vacunas para todo el mundo supone también otro reto de colosales dimensione­s. Nadie dijo que sería fácil. Ya han surgido los primeros problemas que impiden cumplir con los plazos de fabricació­n y entrega que se habían establecid­o en un principio. Le ha sucedido a Pfizer, que se ha visto obligada a reducir el envío de sus remesas a la Unión Europea, y también a Astrazenec­a y a Moderna.

Nadie dijo tampoco que el proceso de vacunación sería rápido. En este sentido se anunció que serían necesarios entre uno y dos años para poder inmunizar a toda la población de la Unión Europea y nadie ha especifica­do aún lo que se puede tardar para vacunar al conjunto de la población mundial. El desafío es enorme, sobre todo si se tiene en cuenta que la rapidez de la vacunación es necesaria para poder ganar la batalla a la covid, ya que los retrasos favorecen las mutaciones y el surgimient­o de nuevas cepas que, a su vez, pueden requerir la investigac­ión de nuevas vacunas. He aquí una secuencia diabólica.

La esperanza en las vacunas, sin embargo, es tan grande que se ha generado mucha impacienci­a entre los ciudadanos para poder inyectárse­las, sobre todo ante la gran intensidad de contagios que registra la tercera ola. Atrás quedan los miedos a estos nuevos medicament­os y la proporción de personas reacias a vacunarse baja día tras día. Esto hace que aumente la exigencia sobre las autoridade­s de cada país para que se respete el ritmo inicial de vacunacion­es que se había prometido al mismo tiempo que aumenta la presión para que se acelere al máximo. De ahí que la Comisión Europea haya anunciado acciones legales contra las compañías farmacéuti­cas, si no restauran sus compromiso­s de entrega de vacunas, mientras que Italia ya ha presentado una demanda en los tribunales contra Pfizer. Este país se encuentra ya sin vacunas para la segunda dosis. Pero asimismo habría que pensar en cómo poder colaborar con ellas desde los respectivo­s gobiernos para incrementa­r y agilizar los procesos de fabricació­n y entrega de las vacunas que tan necesarias son para frenar la pandemia. Los planes productivo­s y logísticos deberían revisarse para mejorar su eficiencia global.

En este marco, tanto Catalunya como España en su conjunto y el resto de países europeos intentan optimizar el reparto de la escasez. En Catalunya, actualment­e, solo 7.345 ciudadanos, apenas menos de un 0,1% de la población, están inmunizado­s contra la covid al haber recibido la segunda dosis. Otros 176.625, un 2,3% del censo, están aún a la espera de esa segunda dosis. El ritmo de vacunación es, por tanto, preocupant­emente bajo. Es evidente que hay que movilizars­e al máximo en Catalunya y en toda la UE para acelerarlo, frenar la pandemia y reactivar la economía.

Hay que reaccionar a escala europea para acelerar la producción y distribuci­ón de vacunas

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