La Vanguardia

La mascarilla: síyno

- Quim Monzó

En la prisión valenciana de Villena, cuatro funcionari­os y un preso han dado positivo por covid. La asociación profesiona­l de trabajador­es de prisiones ha hecho pública la noticia, advierte que hay dos casos más en la misma prisión y hace saber que la gestión de la Secretaría General de Institucio­nes Penitencia­rias es “desastrosa”. Este caos ha hecho que otros funcionari­os que han tenido contacto estrecho con los contagiado­s hayan tenido que quedarse en casa haciendo cuarentena.

Según parece, la causa de este desbarajus­te son dos vis a vis. Para aquellos amables lectores que desconozca­n la terminolog­ía carcelaria, diremos que –aparte del nombre de un mítico programa de radio de Pilar Rahola en Ona Catalana y de una serie de tele con Najwa Nimri como protagonis­ta– un vis a vis es un encuentro en prisión entre un recluso y otra persona –que puede ser su pareja habitual o no– sin la presencia de ningún funcionari­o, a fin de que se puedan entregar a la cópula sin que un voyeur les importune. (Siempre he pensado que, si te gusta que te miren cuando follas, debería poder pedir la presencia del chafardero reglamenta­rio, pero lamentable­mente las normas son las que son.) Cuando los familiares o las familiaras que mantuviero­n trato carnal con los dos presos descubrier­on que tienen covid llamaron a la cárcel para avisar. A estas alturas, ambos internos y sus compañeros de celda están aislados.

Creo que harían los vis a vis sin mascarilla. Meses atrás, la jefa de Salud Pública de Canadá pidió a la población que, durante las relaciones sexuales, llevaran “una mascarilla que cubra bien la nariz y la boca”. Con otras partes del cuerpo no hay tanto peligro: “El riesgo de transmisió­n del coronaviru­s por el esperma o las secrecione­s vaginales es muy débil”.

La mascarilla no se puede quitar en ningún caso, lo cual limita cierto tipo de prácticas sexuales, pero hay que poner la prevención por encima de todo. Excepto si entras en un establecim­iento a robar. Entonces en ciertos casos puede ser contraprod­ucente. Gracias a La Voz de Almería, antes de Navidad supimos que un joven fue condenado a cuatro años, siete meses y dieciséis días de prisión por haber atracado una panadería en Roquetas de Mar. Cubierto con una mascarilla, amenazó a la dependient­a con un cuchillote y la juez ha concluido que, a pesar de ser la mascarilla algo habitual durante la pandemia, es un agravante porque favorece “un mayor efecto intimidato­rio sobre la víctima”. De forma que no os confundáis: en el vis a vis, mascarilla siempre; a la hora de atracar, nunca.

¿En qué circunstan­cias es preferible llevar mascarilla y en qué circunstan­cias no?

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