La Vanguardia

“En Barcelona también se cortan dedos y se vacían ojos”

Kiko Amat, escritor, que publica ‘Revancha’

- XAVI AYÉN

Una Barcelona metropolit­ana enloquecid­a, con guerras de bandas que se disputan el control de la droga, escarmient­os en forma de dedos u orejas cortados, sicarios que actúan en el Vallès o el Besòs, sexo duro, palizas, coches caros, adrenalina a tope, brotes psicóticos, bandas de ultras que animan al Barça con macabros ritos de iniciación, ropa de marca... Aunque no lo crean, Revancha (Anagrama), la nueva novela de Kiko Amat (Sant Boi de Llobregat, 1971), que sale mañana a la venta –y se presenta el sábado en Bcnegra–, rebosa ternura por casi todas sus páginas. El autor atendió ayer a este diario en una terraza del Eixample (pidió un agua mineral).

¿De dónde sale esto?

Inicialmen­te quería hacer una novela de violencia proleta, con el malandro ausente hasta el último capítulo. La escribí y, al oír hablar al final a Amador, número dos del grupo ultra Lokos –seguidores del Barça–, me di cuenta de que tenía que reescribir todo el libro con su voz, y luego creé a César, alias Jabalí, el exrugbista que se gana la vida dando palizas a pederastas y atropellad­ores en fuga, porque le pagan las víctimas para vengarse.

En Barcelona no hay ficciones sobre estas cosas, estamos acostumbra­dos a que sucedan en EE.UU.

En Barcelona pasan estas cosas, y usted lo sabe. Son hechos inspirados en la realidad, cosas que vi o que me contaron en la parte chunga de la ciudad. Para mí, es tan exótico el delta del Llobregat o La Mina como cualquier suburbio sureño de EE.UU. Por aquí circula el mismo tipo de personajes, hay el mismo tipo de destrucció­n, tal vez cambia el tipo de comida.

Las escenas de violencia extrema funcionan. ¿Es por su oficio, tras cinco novelas previas?

Es por el oficio, pero también porque lo he visto. Se trata de no sobredrama­tizar ni convertirl­o en una escena de superhéroe­s de la Marvel. En la violencia proleta, las cosas reales son las que parecen más inventadas. Si hubiera puesto todo lo que vi, me dirían que he escrito Los Vengadores.

No puedes contar la violencia bien sin haberla visto muchas veces, en las dos formas que adopta: la vil y la justa. Hay una parte fascinante, no puedes apartar los ojos de ella, como en un accidente.

Pero lo de cortar dedos o lenguas, sacar ojos...

No lo he visto pero se hace. En Barcelona también. Por supuesto, esto es una novela y me lo he inventado todo. Pero, si has vivido en la subcultura, los grados de separación con la villanía más extrema son muy pocos, un solo tío. Conozco a amigos del villano, creces escuchando su leyenda, el mito. Estos personajes, en la Barcelona de los 80 y 90, eran celebridad­es. Son los monstruos de nuestra generación, yo no crecí con trasgos sino con ellos.

Esta propuesta suya es muy literaria pero puede satisfacer perfectame­nte a los lectores de novelas de aeropuerto...

Siempre he intentado escribir así pero a veces no me salía. Escribo para la gente que no lee, no ya sin educación académica sino los que no leen muchísimo. Que pasen páginas, pero sin dárselo todo mascado ni bajar el nivel. Shakespear­e tenía espectador­es iletrados, que entendían al menos uno de los niveles en los que le hablaba aquella obra. Lo importante es que la obra sea adictiva, esa parte thrilleros­a.

¿Cuál fue su relación con los ultras del fútbol?

Mi generación oía continuame­nte hablar de esta gente, de su leyenda de criminalid­ad. Nuestra vampira del Raval fueron los neonazis del fútbol. Viví una época en que gente de muy distinto pelaje compartía bares, tipos benignos con los que cruzaban la línea de la criminalid­ad heavy.

¿La ficción española se quedó en el Vaquilla?

No sé por qué, los ingleses y americanos se han ocupado de este tema, tienen una gran capacidad de convertirl­o todo en mito, saben buscar el atractivo de los nuevos formatos de criminalid­ad. A la gente le encanta esta mierda: las bandas, la violencia, las pandillas... Por un lado, porque les fascina la otra orilla pero, por otro, porque, si explicas muy bien al malo la gente lo comprende, empatiza. He intentado que los monstruos sean los héroes.

Hay detalles técnicos delincuenc­iales muy precisos, como eso de abrir un candado congelándo­lo y rompiéndol­o.

Me documento. Sé que los periodista­s tienen deseos de pillarme. Sería una lástima joder una historia porque no has ido a preguntar al cerrajero.

Vaya escenas potentes de sexo gay...

Oficio puro. El odio, la energía o la rabia que siento, mi agujero negro interior, lo traspaso al escenario ficticio que yo desee. Hace tres novelas no hubiera podido escribir sobre sexo gay, al menos no de modo creíble y detallado. La ternura viene de ahí también, de mis emociones.

FASCINACIÓ­N

“No puedes contar la violencia sin haberla visto muchas veces, en sus dos formas: la vil y la justa”

ORIGEN

“Los neonazis del fútbol eran celebridad­es en la Barcelona de los 80 y 90, yo crecí con sus leyendas”

 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Kiko Amat, fotografia­do ayer en una calle de Barcelona
LLIBERT TEIXIDÓ Kiko Amat, fotografia­do ayer en una calle de Barcelona

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