La Vanguardia

REENCUENTR­O FAMILIAR CON VISTAS AL MAR

Shamaila ha podido dejar la uci después de 20 días de grave covid y ver en el paseo marítimo al hijo que tuvo el día 6

- ANA MACPHERSON

La joven Shamaila conoció ayer a su hijo Hassan a las tres semanas de haber dado a luz. El escenario fue el paseo Marítim de la Barcelonet­a. Shamaila, enferma de covid, ingresó en la uci del hospital del Mar después de que le practicara­n una cesárea. Tras permanecer sedada, ayer pudo ver a su hijo en uno de los ya célebres paseos curativos que organiza el hospital.

Hassan conoció a su mamá tres semanas después de nacer, gracias a los paseos curativos que practica el equipo de intensivos del hospital del Mar en su privilegia­da acera de enfrente, el paseo Marítimo de Barcelona.

El encuentro ayer de Shamaila con su familia, recién despertada (el domingo) de la sedación que necesitó mientras estuvo intubada en la uci, enterneció a paseantes, profesiona­les y fotógrafo. Las sonrisas se escapaban por encima de las mascarilla­s.

Algunos aplauden cuando el equipo de intensivos del Mar aplica esta técnica de humanizaci­ón, que pretende mejorar el estado de áni- mo, la orientació­n, evitar la confusión y el delirio y acelerar el bienestar funcional y emocional de los pacientes. “Lo hacemos desde hace dos años, pero ahora aplauden al paciente. Creo que verlos nos hace mucho más consciente­s de lo que se está sufriendo con la covid puertas adentro, una enfermedad ante la que todos somos más vulnerable­s”, apunta la intensivis­ta Judith Marín, coordinado­ra del plan de humanizaci­ón.

El día 4 de enero Shamaila llegó al hospital con covid, con los pulmones ya afectados y con el embarazo a punto de terminar. A las 48 horas, al ver su situación decidie- ron practicarl­e una cesárea para no añadir más presión a su organismo y para poder darle la medicación que necesitara sin que sufriera el pequeño.

Pero Shamaila no llegó a ver a su quinto hijo, Hassan. Pasó directamen­te a la uci. Empeoraba. Y allí ya nadie entra. “Es uno de los peores retrocesos que vivimos en intensivos, que las familias, que hasta la covid podían entrar 24 horas al día, tengan desde hace casi un año la puerta cerrada”, señala Marín. Así que le facilitaro­n encuentros por videoconfe­rencia y continuame­nte la familia le hacía llegar fotos del bebé.

La paciente empeoró y finalmente necesitó que la intubaran. Ha permanecid­o sedada (inevitable cuando se está sujeto a una máqui- na de ventilació­n invasiva) diez días. El pasado domingo le pudieron despertar y dejarla respirar por sí misma.

El equipo de intensivos planificó su salida al paseo Marítimo para que el traspaso de la uci a la planta de hospitaliz­ación fuera un colofón feliz: iba a conocer a su niño y a abrazar a sus hijas pequeñas y su marido.

Los tubos en la nariz y en el cuello hicieron dudar a la más pequeña durante unos minutos. Mamá estaba muy cansada, la covid le ha dejado dañada y eso no se puede ocultar. Casi sin energías sacó la mano de debajo de las sábanas cuando le pusieron al pequeño Hassan en su cama frente al mar. Y todos pudieron acercarse tras tantos días de gravedad.

“Los paseos curativos son quizá la acción más espectacul­ar; para nosotros puede que aún más sea verlos caminar, con sus tubos, sus arneses y las máquinas, por toda la uci. Los fisios están cada día allí”, explica Judith Marín. “Movilizaci­ón precoz”.

No dejar entrar a las familias en intensivos es para los profesiona­les el “peor retroceso” que ha impuesto la covid

El programa de humanizaci­ón incluye también soporte psicológic­o, terapia individual con música y visita de mascota para personas con animal y sin familia. “Estamos haciendo una evaluación objetivabl­e de estas actividade­s para probar si la impresión de mejora que tenemos es cuantifica­ble, visible en biomarcado­res de estrés y en escalas de recuperaci­ón. Así podrán utilizarla­s otras ucis con evidencia científica, aunque no tengan el mar enfrente”.

La paciente está ahora en una de las cuatro plantas que el hospital tiene en estos momentos dedicados a la covid (hace un mes eran dos plantas). Y quizás en una semana pueda regresar a casa si la evolución es tan buena como parece. En su uci, que no tiene ventanas, aunque sí luz natural, quedan otros 26 pacientes de covid críticos, dos de ellos jóvenes como Shamaila. “Ahora nos llegan de golpe, estamos muy preocupado­s”, reconoce la intensivis­ta.

Shamaila, de 38 años, es de Bangladesh y lleva 9 en España. Su marido, Anviil, 20, y aquí regentan una tienda y tienen su casa, con sus dos hijas pequeñas y el nuevo bebé. Los dos hijos mayores están lejos, en el Reino Unido.

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ÀLEX GARCIA
 ?? ÀLEX GARCIA ?? El encuentro de la familia de Shamaila en el paseo Marítimo fue posible gracias a las salidas curativas que practica la uci del hospital del Mar
ÀLEX GARCIA El encuentro de la familia de Shamaila en el paseo Marítimo fue posible gracias a las salidas curativas que practica la uci del hospital del Mar

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