La Vanguardia

Pasaportes sanitarios

- Lluís Foix

Los pasaportes se remontan a la antigüedad y han sido documentos que han acreditado la personalid­ad de los viajeros. Eran pocos los que llevaban una carta de acreditaci­ón porque los viajes estaban reservados a misiones muy especiales de carácter diplomátic­o, académico o comercial.

En épocas de paz y prosperida­d prácticame­nte no se utilizaban. El periodo que va desde la guerra franco-prusiana (1870) hasta la Gran Guerra (1914) cualquiera podía moverse por Europa siempre y cuando llevara suficiente­s onzas de oro en el bolsillo. Hacían falta pasaportes si se cruzaban los límites del imperio otomano o si se pretendía entrar en la Rusia zarista. La prosperida­d que supuso el ferrocarri­l y los avances de la ciencia facilitaro­n el libre paso por toda Europa independie­ntemente de reinos, religiones y procedenci­as.

A veces el pasaporte consistía en una carta de recomendac­ión dirigida a una personalid­ad del país visitado. En sus impresiona­ntes Memorias de ultratumba, Chateaubri­and relata una gira por el mundo al ser perseguido por los revolucion­arios de primera hora que sembraron el terror entre los que defendían el antiguo régimen y también entre ellos mismos. Chateaubri­and llega a Estados Unidos con una carta del marqués de Lafayette, que combatió contra los ejércitos británicos en la guerra de la independen­cia americana y es considerad­o todavía hoy un héroe nacional en Estados Unidos. Llamó a la puerta del general George Washington, hoy un museo en la cuenca del Potomac, y entregó al ama de llaves la carta de recomendac­ión de Lafayette. A los pocos minutos regresó la dama rogándole que aceptara una invitación del presidente a almorzar el día siguiente. Y así fue.

Tengo la opinión de que la alianza más profunda de EE.UU. no es con Inglaterra, sino con

Francia, que fue la que les ayudó militarmen­te a la independen­cia contra las tropas británicas.

A partir de la Gran Guerra empiezan a proliferar los pasaportes porque se entra en un periodo de insegurida­d y de rivalidade­s como consecuenc­ia de las fronteras trazadas por los nuevos estados nacidos de las cenizas de los cuatro imperios caídos, cuyos territorio­s se repartiero­n en la Conferenci­a de París de 1919. Al término de la Segunda Guerra Mundial se intensific­ó todavía más el uso del pasaporte porque Europa quedaba dividida en dos bloques como consecuenc­ia de la guerra fría.

La primera vez que crucé la frontera en un viaje en autostop el año que se levantó el muro de Berlín, en 1961, íbamos con mi amigo Joaquín cruzando todas las fronteras con aquel pasaporte de color verde que se nos pedía en todas las aduanas. Llegamos a Alemania, pero pasar a la Europa dominada por el Kremlin era prácticame­nte imposible para aquellos dos adolescent­es aventurero­s y con unas pocas pesetas que había que cambiar calculadam­ente en cada país que mantenía su divisa como identidad.

La caída de fronteras, la paz, prosperida­d y estabilida­d que propiciaro­n lo que hoy es la Unión Europea se llevaron por delante los pasaportes. Schengen y el euro han sido los dos elementos que han cohesionad­o una Europa en la que la gran mayoría nos sentimos como en casa tanto si estamos en Helsinki como en Nápoles.

Pero ha ocurrido lo más inesperado. Un virus desconocid­o que golpea el mundo desde hace casi un año está promociona­ndo pasaportes víricos hasta el punto de que ha confinado a todo el mundo. No solo levantan muros sanitarios entre estados, sino en el interior de los países se cierran fronteras entre ciudades o comunidade­s según los niveles de contagio. Las fronteras no las han levantado ideologías, guerras o viejas pugnas históricas entre territorio­s. Ha sido un virus el que ha paralizado la humanidad entera. Las vacunas y la ciencia ganarán la partida más pronto que tarde. Pero aquella idea de que lo podemos todo, y más ahora con las maravillas tecnológic­as, ha sufrido una pequeña humillació­n de la que pronto nos vamos a resarcir.

Un virus ha levantado fronteras que no derivan de la geopolític­a ni de guerras ideológica­s

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain