La Vanguardia

Te recuerdo, Amanda

- Joana Bonet

Vestía un abrigo rojo con vuelo y coronaba su frente con una diadema. Parecía recién salida de un libro dorado de juventud. Fui afortunada: entramos juntas en el ascensor y pude seguir admirándol­a. Se pintó los labios y hablamos sobre el rojo; recitó un par de versos de Lorca con un quiebro que asustaba, y se rió al vibrar con las erres. Me contó que era poeta, norteameri­cana, y que el equipo de Prada la había fichado a través de Instagram. Los tentáculos virtuales de las redes sociales habían acercado a una desconocid­a joven universita­ria de Harvard hasta la miel de la moda. Se llamaba Amanda Gorman, tenía 21 años y había empezado a escribir de niña para entender por qué la vida no era fácil. Fue su forma de perder el miedo a un mundo donde ser negra y mujer significab­a no estar del lado de los ganadores.

Intercambi­amos correos: estudiaba en Madrid y prometió llamarme. Una tarde llegó en autobús desde la avenida de América. Llevaba un cuaderno y me preguntaba con perspicaci­a acerca de las expresione­s que usábamos. Su autoconfia­nza desbordaba los contornos de su traje. Se definía como

“escritora anónima”. Quedamos en hacer un reportaje sobre ella, pero Oprah Winfrey la descubrió y adelantó su regreso a EE.UU.

No la había vuelto a ver hasta la semana pasada. En la toma de posesión del presidente Biden. Allí estaba Amanda, con su inamovible sonrisa, y un compás que, como los flamencos, marca con el paladar cada sílaba. Celebrando que “una negra flaca descendien­te de esclavos y criada por una madre soltera pueda soñar con convertirs­e presidenta o encontrars­e de repente recitando para uno”.

Ella le puso rostro a esa utopía de la que habíamos perdido su sombra. “Si fusionamos la misericord­ia con el poder, y el poder con los derechos, entonces el amor se convierte en legado”, como dice el poema que recitó: “The hill we climb”. La opinión internacio­nal elogió su activismo poético, pero en nuestra España algunos la considerar­on cursi y otros provincian­earon, reprochánd­ole que hubiera preferido ir al desfile de Prada en lugar de leer versos en clase.

Amanda posee un poderoso espejo: todos aquellos que se miran en él se ven mejores. Lo supieron Miuccia Prada, Hillary Clinton o Jill Biden, que la propuso para la ceremonia. Esta es una historia feliz. Amanda lleva una cabeza dentro de su cabeza. Y encarna un futuro que suena con latido, un faro para los jóvenes achicados por la precarieda­d y la pandemia que acorta sus pasos. ¡Ah, esa frescura, Amanda, capaz de combatir el persistent­e olor a vinagre!

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain