La Vanguardia

La hipocresía

- Pilar Rahola

Me fascina la tendencia de determinad­a izquierda a convertirs­e en inquisidor­a de los pecados ajenos, convencida de ser depositari­a del santo grial ético y, en consecuenc­ia, legitimada para ejercer la persecució­n de los herejes.

La izquierda siempre se ha creído superior intelectua­l y éticamente a cualquier otra posición ideológica, aunque su gusto por la crítica frontal y descarnada nunca la ejerce hacia dentro, tan capacitada para colocar el sambenito a los adversario­s como para negarlo a los propios. Es cierto que la lucha por las libertades ha sido una bandera del progresism­o, pero también los conservado­res y liberaldem­ócratas han luchado con igual fuerza contra los fascismos. Y, puestos a ser rigurosos, la maldad totalitari­a ha germinado a ambos lados de la orilla ideológica, tanto monta el nazismo como el estalinism­o, aunque esa equiparaci­ón, asentada en millones de muertos, es escurridiz­a en la memoria del izquierdis­mo aleccionad­or. Ninguna ideología está libre de culpa porque todas, como la razón de Goya, han engendrado monstruos. Y, más allá de los grandes males, tampoco parece que esa izquierda egocéntric­a sea capaz de censurar lo censurable, cuando el estropicio lo ha hecho uno de los suyos.

El ejemplo viene por el lío que se ha montado con un miembro de la lista de Juntsxcat, cuyas barbaridad­es en la red lo han dejado desnudo ante su estulticia. Y, como ocurre siempre cuando el desliz viene del territorio independen­tista, la jauría ha salido en tromba señalando con el dedo acusador al grupo en genérico, a pesar de que el tipo iba el n.º 65 de la lista y de haber sido fulminante­mente expulsado de ella. Podríamos empezar a divertirno­s leyendo lo que dicen los números 65 de otras listas, pero la cuestión no es lo de la manzana podrida, sino cómo demonizamo­s a todo el saco, con la excusa de la manzana. Y ahí, raudos, han venido feroces los comunes, con Albiach a la cabeza, disparando contra Canadell y usando un vídeo manipulado por una web ferozmente anticatala­na para atacar a Donaire, insinuando que la xenofobia y el racismo son cosa de todos los malvados junteros. Ya tiene narices que la líder de un partido que tiene a Colau de alcaldesa gracias a un tipo que estuvo acusado en Francia de ser un racista con los gitanos venga a dar lecciones. ¿Le recordamos las barbaridad­es de Cayo Lara sobre el PER y los catalanes, o las del exsenador Guardingo, que proponía campos de concentrac­ión de independen­tistas? Es lo que tiene la hipocresía ideológica, que su efecto bumerán es imparable.

La izquierda coloca sambenitos a los ajenos, pero nunca a los propios

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