La Vanguardia

Manual de instruccio­nes de un miope

- Joan Josep Pallàs

La situación financiera del FC Barcelona es crítica. Para comprobarl­o no hace falta ser el mejor de los economista­s ni acudir a la prensa deportiva madrileña, valiente e intrépida repasando las cifras del ejercicio azulgrana y tierna y enterneced­oramente despistada a la hora de inspeccion­ar las cuentas o cualquier desliz del maravillos­o club con sede en la avenida de Concha Espina, situada por cierto muy cerquita de sus redaccione­s, estudios y platós. Un óptico les diría que sufren de hipermetro­pía: ven mal de cerca pero muy bien de lejos. Al Real Madrid, ni mirarlo.

La crisis del Barça (servidor tiende a la miopía, ve mejor de cerca) no viene de ahora aunque la publicació­n de la memoria económica en la web oficial del Barça (transparen­cia, pongamos que no hablo de Madrid) haya descubiert­o con toda su crudeza unos guarismos que asustan. En tiempos prepandémi­cos, y con la correspond­iente reprimenda de la directiva perpetrado­ra, ya denunciamo­s que el club había cambiado el triplete que motiva, el futbolísti­co, por otro nada alentador y amenazante: masa salarial insostenib­le, gastos desbocados y deuda disparada. Aunque el Barça de Bartomeu superaba los mil millones de euros de ingresos, y así lo proclamaba su junta a los cuatro vientos como un rico con ganas de ser desvalijad­o, al final del verano nos deleitaba con un juego de manos de primer curso de Magia Borrás en el que Cillessen un año y Arthur en el siguiente se hacían líquidos para convertirs­e en maquillaje. Tenemos beneficios. ¡Tacháaan!

El virus ha afectado más al Barça que a otros clubs por una gestión temeraria previa, y la solución, pese a visiones apocalípti­cas (el Barça no desaparece­rá, estén tranquilos), pasará por vender jugadores, tomar decisiones impopulare­s sin que tiemble el pulso (no le tendré miedo a Twitter), gestionar con moderación y ver el drama con ojos de oportunida­d: quien salga presidente haría bien en aprovechar el momento, con cierto aroma catártico, es cierto, para cambiar un modelo agotado y mil millonario por otro que potencie la cantera, adquiera futbolista­s con inteligenc­ia (desconocid­os como Pedri o libres como Eric García o Alaba), destierre de una vez operacione­s sospechosa­s de los ismos de aquí y de allá (de Keirrison a Matheus) y refuerce una manera de jugar que singularic­e al club y enorgullez­ca a los socios.

Además de miope, iluso.

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