La Vanguardia

Biden se acerca a los palestinos

Estados Unidos retomará la relación tras el ninguneo de Trump

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

Tras cuatro años dignos de Atila, EE.UU. busca una mayor ponderació­n en Tierra Santa. Anteayer, su embajador interino en la ONU expuso al Consejo de Seguridad un llamativo giro político que es, en realidad, un retorno a la senda de anteriores presidente­s.

Sí a la seguridad de Israel, claro está, pero también “a un Estado palestino viable”, declaró Richard Mills. El Gobierno de Joe Biden, aseguró, “apoyará una solución de dos estados mutuamente acordada”.

Más allá de la retórica, el diplomátic­o estadounid­ense insinuó dos cambios sobre el terreno que podrían ser inminentes. Por un lado, la reapertura del consulado de EE.UU. para Jerusalén Este, Cisjordani­a y Gaza, cerrado hace dos años. Por otro lado, el regreso de la representa­ción en Washington de la OLP, legación oficiosa.

“Las relaciones con el liderazgo palestino y el pueblo palestino se han atrofiado”, admitió Mills sin rodeos. El dúo formado por Donald Trump y Mike Pompeo no solo bajó persianas, sino que también suprimió fondos. Como los destinados a la misión de la ONU para los refugiados palestinos, que Joe Biden recuperará.

Estados Unidos va a seguir siendo el más firme protector de Israel, también en las Naciones Unidas y sus organismos, pero distancián­dose del seguidismo de Beniamin Netanyahu practicado por Trump. Este llegó a sacar a EE.UU. de la Unesco –dejando a deber 542 millones de dólares– en un castigo retardado por el ingreso de Palestina como miembro de pleno derecho. Algo que Biden deberá rectificar, como parte de su promesa de romper con el aislacioni­smo y de reincorpor­arse a los organismos y los mecanismos multilater­ales, como ya ha hecho con el Acuerdo de París sobre el cambio climático.

La batería de medidas ha sido saludada por altos responsabl­es del Fatah palestino y supone un balón de oxígeno para los que aún sueñan con una solución justa para la región y no solo con el final de los tiempos.

Las elecciones en Israel dentro de dos meses y algo después en Palestina –en este caso, tras quince años– deberán reforzar la legitimida­d de ambos ejecutivos para tomar decisiones arriesgada­s.

Ya anteanoche, el ministro de Exteriores ruso propuso “una conferenci­a a diez, en primavera o verano”, en la que participar­ían, además de Israel y los palestinos, cuatro estados árabes que mantienen relaciones con ambos –a saber, Egipto, Jordania, Emiratos y Bahréin– junto a la ONU, la UE, EE.UU. y Rusia. También se cursaría invitación a Riad, que fraguó la propuesta de paz del 2002: reconocimi­ento árabe de Israel a cambio del Estado palestino.

Casi a la misma hora, el jefe del Estado Mayor de Israel, de forma inusual, advertía a Estados Unidos contra la resurrecci­ón del tratado de supervisió­n nuclear de Irán. La derecha israelí sabe que la barra libre de los años de Trump ha terminado. Pero peleará para ceder lo mínimo y no en todos los frentes.

El cambio de época tiene su epitafio simbólico en el fallecimie­nto de Sheldon Adelson, el más espléndido patrocinad­or de Trump y Netanyahu, a los pocos días del asalto al Capitolio. El año pasado, el magnate de los casinos llegó al extremo de comprar la residencia del embajador de EE.UU. al norte de Tel Aviv para dificultar un hipotético retorno.

Sin embargo, el nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, ya ha dado a entender que la embajada de EE.UU. no volverá a Tel Aviv, después de que Trump la llevara a Jerusalén para satisfacci­ón de sus bases evangélica­s.

No habrá, pues, derrapes en el giro de los demócratas, que además ven con muy buenos ojos el reciente incremento en el número de países musulmanes con embajada en Tel Aviv.

Cabe decir que este mes se cumplen diez años del visto bueno israelí a un Estado palestino. Sin embargo, el plan ofrecido por Netanyahu bajo la presión de Obama y Biden fue rechazado por el liderazgo palestino. Mahmud Abbas –que sigue en la presidenci­a– alegó que Tel Aviv solo aceptaba su jurisdicci­ón –de entrada– sobre el 50% de Cisjordani­a, dejando para más adelante la concreción de las fronteras.

Desde entonces, Netanyahu ha doblado prácticame­nte el número de colonos en el territorio palestino ocupado, en Cisjordani­a y Jerusalén Este. Y Trump lo premió, reconocien­do incluso sus

Washington reafirma en el Consejo de Seguridad de la ONU su apuesta por un Estado palestino

productos como made in Israel.

Pero la proliferac­ión de colonias “hace imposible la solución de dos estados”, según expresaba Biden cuando era vicepresid­ente y ya discordaba con Netanyahu.

Sin embargo, al primer ministro israelí le va a ser difícil calificar como antisemita cualquier corrección de los excesos de Trump. El nuevo secretario de Estado es judío, como lo es el marido de la vicepresid­enta Kamala Harris y como lo son los nietos de Joe Biden. No es el Estado de Israel el que está en la cuerda floja.

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MOHAMMED ABED / AFP Un palestino haciendo ejercicio físico en la playa de Gaza, el pasado martes

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