El 22% de los sinhogar llegó a la calle en la pandemia
Una encuesta de la Fundació Arrels muestra el impacto de la crisis de la covid en las personas que viven al raso en Barcelona
La intensa crisis económica y social provocada por la covid tiene un fortísimo impacto en las capas más vulnerables de la sociedad. Por ejemplo, entre los sinhogar. El 22% del colectivo que vive en las calles de Barcelona se ha encontrado en esta situación por primera vez a partir de marzo, ya en tiempo de pandemia, según un informe de la Fundació Arrels. Es un porcentaje de llegada a este extremo similar al habitual, lo que, denuncia la citada entidad, “pone de manifiesto los déficits que tiene el sistema de prevención y protección social”, que a su juicio “sigue fallando pese al llarismo. mamiento al confinamiento” que hacen las administraciones para frenar la propagación del virus.
El informe, basado en las entrevistas realizadas a finales de noviembre a 367 personas de las aproximadamente 1.200 que, según el último recuento de la Fundació Arrels, viven al raso, destaca que las que accedieron a esa situación con posterioridad al inicio de la pandemia llevan así de promedio cuatro meses. Puede parecer poco tiempo, pero la entidad recuerda que es suficiente para provocar “un grave y rápido deterioro personal”. Además, añade, “observamos desde hace unos meses los efectos la crisis de la covid: personas que han perdido trabajo y hogar y tienen dificultades para acceder a los servicios sociales y obtener una respuesta rápida”.
Desde el 14 de marzo, cuando se decretó el estado de alarma, han fallecido 21 personas sin hogar en Barcelona, 17 directamente en la calle, añade la citada fundación.
La pandemia ha agravado la situación, ya de por sí difícil, de las personas que sufren el sinhogaLa de las mujeres, especialmente. Más de un 60% afirman que están peor que antes de la irrupción del coronavirus, por un 45% de los hombres. También la de los migrantes extracomunitarios (un 52%). Los principales motivos son la pérdida de trabajo o las dificultades para encontrarlo, tener menos ingresos, la falta de vivienda, los problemas para pedir ayuda y el aislamiento social durante el estado de alarma. La mitad tiene dificultades para alimentarse con comidas calientes (52%), para hacer trámites de documentación (51%) o encontrar un lugar para descansar durante el día (47%). Les cuesta incluso contactar con su referente social (46%), acceder a roperos para cambiarse de ropa (45%) o a los servicios de higiene (42%).
Solo el 11% del colectivo sinhogar encuestado se ha podido proteger en los equipamientos de emergencia abiertos por el Ayuntamiento desde que comenzó la emergencia. El 83% no ha usado estas plazas, que, advierte la Fundació Arrels, “mayoritariamente, no daban respuesta a las necesidades y situación compleja de muchas personas que viven en la calle”. En cambio, precisa, “sirvieron para prevenir nuevas situaciones de sinhogarismo”, ya que, según el gobierno municipal, “el 40% de los alojados no vivía previamente en la calle”.
Otro asunto destacado por la Fundació Arrels es que desde la irrupción de la covid no se han activado planes de cribado específicos para las personas que viven a la intemperie ni se han dotado a los equipos de calle con profesionales de la salud. El 34% de los entrevistados afirma que le han hecho al menos una PCR y un 4% menciona otras pruebas (controles de temperatura o análisis de sangre).
Las personas que no tienen hogar se deberían considerar un grupo de riesgo prioritario para ser vacunado, según la entidad, ya que suelen tener problemas de inmunidad, con una mala nutrición, enfermedades crónicas, patologías respiratorias, problemas de alcoholismo o adicciones.
La entidad cree que el colectivo debería ser un grupo de riesgo prioritario para ser vacunado