Ignacio Chillida
Comisario artístico
El Museo Chillida Leku inaugura la temporada con la exposición Leges naturae comisariada por el hijo del artista. La muestra expone el diálogo que el escultor donostiarra mantenía con la naturaleza y el arte y se acerca a sus orígenes creativos.
El diálogo entre arte y naturaleza es una de las señas de identidad de la obra de Eduardo Chillida. Algunas de sus esculturas más reconocidas como el Peine del Viento, Elogio del Horizonte o Elogio del Agua se basan en esa sugerente simbiosis. Ahora, el Museo Chillida Leku (en Hernani, Gipuzkoa) acoge hasta verano Leges naturae, una muestra que explora el origen de esa relación. Será el primer reclamo de un año que el centro afronta con la “ventaja” de ser un museo al aire libre y, entre otros alicientes, una exposición de Antoni Tàpies a partir de verano. El propio centro es un excepcional ejemplo de esa forma de entender la relación entre arte y naturaleza. “Es un monumento a la naturaleza”, opina Ignacio Chillida, hijo del artista y comisario de la exposición. Sin embargo, antes de llegar a culminar este museo –su gran sueño– o algunas de sus obras cumbre, se fue forjando una particular relación del artista con el medio que le rodeaba.
La muestra Leges naturae pretende ir a la raíz y explicar al visitante la profundidad de esa influencia. “A veces los artistas pasan muchos años con unas ideas en la cabeza antes de plasmarlas en una obra, no es algo repentino. Queremos mostrar esos orígenes. Sin la naturaleza no se entiende la obra de Chillida”, explica la barcelonesa Mireia Massagué, directora de Chillida Leku.
Ese interés por la naturaleza no era algo superficial, sino que partía de un minucioso estudio del mundo natural. “El aita decía que había aprendido mucho más del arte estudiando la biología que acudiendo a museos”, señala Ignacio Chillida. El escultor donostiarra sostenía que “un artista no puede encontrar mejor maestro ni mejor alimento que la biología, ya que es la ciencia que trata las leyes de la vida”. Y esa visión condicionó toda su obra, hasta la forma de trabajar con materiales tan primarios como la tierra, el hierro, el alabastro o los granitos “respetando sus propias leyes”.
En esa búsqueda de los orígenes, Leges naturae se remonta hasta la etapa de Chillida en París, en los años 40, cuando acudía al zoológico de la capital francesa para retratar animales. “Los dibujos de animales son un hecho singular dentro de su producción artística. Únicamente existen diez dibujos de este tipo y cuatro de ellos están en la exposición”, indican desde Chillida Leku.
También muestra la influencia de autores como John Ruskin o Goethe en Eduardo Chillida, el legado de sus veranos en un molino de Castrillo de la Reina (Burgos) o la influencia de su afición por los fósiles en obras muy reconocidas. En total, el caserío Zabalaga recoge dentro de esta exposición 21 dibujos y dos esculturas que “ofrecen una nueva lectura de la obra del artista vasco”, la mayoría poco conocidas o raramente expuestas.
“Estos dibujos de plantas, animales o trazos de naturaleza abstracta acompañados de material de archivo (manuscritos, fotografías, fósiles…) ponen de manifiesto la extrañeza y admiración de Chillida por el mundo natural”, añaden. Se recomienda que la visita vaya acompañada de una explicación que permita conocer mejor, no solo los inicios, sino el conjunto de la obra del artista a partir de la interpretación de su visión de la naturaleza.
En paralelo a la exposición se han programado una serie de actividades que tienen como nexo común el arte y la naturaleza: visitas guiadas, mesas redondas, talleres… Las actividades, no obstante, se pondrán en marcha cuando la situación sociosanitaria lo permita, ya que en este momento la movilidad en Euskadi