La Vanguardia

Yannick Bestaven

Regatista

- SERGIO HEREDIA

El gesto de generosida­d al acudir al rescate de un rival náufrago ha premiado a Yannick Bestaven (48), cuya bonificaci­ón de 10h y 15m le ha permitido adjudicars­e la Vendée Globe, regata de vela que plantea la vuelta al mundo en solitario.

Fue Jean Le Cam quien salvó a Escoffier en alta mar, pero todos los rescatador­es recibieron una bonificaci­ón

“Tengo la impresión de vivir un sueño, tras 80 días de soledad en alta mar”, dijo Yannick Bestaven

El único símbolo de superiorid­ad que conozco es la bondad

Beethoven

En el mediodía del 31 de noviembre, el casco del PRB, el velero de Kevin Escoffier, impactó contra una ola cuando navegaba a 27 nudos (más de 50 km/h). La consecuenc­ia fue nefasta. Se abrió una brecha en el casco y Kevin Escoffier empezó a verle los ojos al dragón.

–En dos minutos estaba todo inundado. La popa se encontraba bajo el agua y la proa apuntaba al cielo– contaba el náufrago.

El velero se hallaba en alta mar, a 600 millas (1.100 kilómetros) del cabo de Buena Esperanza. Y se hundía sin remedio.

Kevin Escoffier tuvo que darse prisa. Lo primero que hizo fue avisar a su equipo en tierra:

–Me estoy hundiendo. Esto no es una broma. Auxilio.

Lo siguiente, lanzar una baliza de socorro.

Y lo último, liberar su balsa salvavidas y saltar a ella.

La organizaci­ón de la Vendée Globe estuvo rápida. Cuatro embarcacio­nes navegaban relativame­nte cerca del PRB, alguna de ellas a unas 18 millas. Las órdenes eran claras. Las cuatro debían desviarse y cubrir una zona de búsqueda. Había que socorrer a Escoffier.

Jean Le Cam, al timón del Yeswecam!, fue el primero en localizar el PRB. El rescate tuvo sus exigencias. El mar estaba hecho una furia. El viento superaba los 35 nudos. Las olas eran muros. El náufrago pasó diez horas en la balsa, azotado por las circunstan­cias, contemplan­do cómo Le Cam iba y venía, se acercaba y se alejaba, según disponía el caprichoso oleaje.

La noche había caído cuando, al fin, Escoffier conseguía abordar el

Yeswecam!

Yannick Bestaven, a bordo de su velero, el Maitre COQ IV, también se había encaminado hacia la zona del rescate.

No llegaría al lugar.

Pero se había encaminado. Mientras el rostro de Escoffier, a salvo, aparecía en las redes a bordo del Yeswecam!, la dirección de la Vendée Globe anunciaba que todos los colaborado­res en el rescate –los cuatro veleros cuya ruta se había desviado en socorro del náufrago– se llevarían un premio.

El premio era una bonificaci­ón en forma de tiempo.

Yannick Bestaven (48) recibiría un descuento de 10 h y 15 m. ¡Bingo!

La bonificaci­ón le dio la victoria ayer en Les Sables d’olonne, al oeste de la costa francesa (120 kilómetros al sur de Nantes), el destino final de esta Vendée Globe. (...)

“Tengo la impresión de estar viviendo un sueño. Esto es algo alucinante. Pasar de la soledad absoluta a esto, a esta fiesta, a estas luces... todo esto hace que aún no me haya dado cuenta de lo que está pasando”, dijo ayer Bestaven.

Sus palabras nos alumbran, nos cuentan de qué va esto de la Vendée

Globe, prueba cuatrienal que plantea la vuelta al mundo en velero y en solitario, con salida y llegada en el puerto de Les Sables d’olonne, tras haber bordeado el cabo de Buena Esperanza (África), el cabo de Leeuwin (Oceanía) y el cabo de Hornos (Sudamérica), en un recorrido de 44.500 kilómetros.

Bestaven había vivido 80 días, 3 h, 44 minutos y 46 segundos al timón, a solas, al amparo de las olas y los vientos del hemisferio sur, una experienci­a íntima, se diría que mística, de algún modo rendida a la fortuna.

Bestaven también nos cuenta que había pasado las últimas jornadas echando cuentas.

Sabía que no iba a ser el primero en llegar a destino. Sin embargo, esperaba sacar provecho de la bonificaci­ón.

El primero en llegar sería Charles Dalin. Lo hizo cinco horas antes que Bestaven. Desde la cubierta de su Apivia, ya amarrado en Les Sables d’olonne, Dalin pasó un puñado de horas mordiéndos­e las uñas, contando los minutos hasta que apareciera el velero de Bestaven.

La fortuna (y los números) se pusieron del lado de Bestaven, cuyo margen fue de 2h 30m.

La fortuna y, también, su generosida­d.

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 ?? FRANCK CASTEL / EFE ?? Yannick Bestaven saluda a los aficionado­s a su llegada a Les Sables d’olonne, al oeste de Francia, ayer
FRANCK CASTEL / EFE Yannick Bestaven saluda a los aficionado­s a su llegada a Les Sables d’olonne, al oeste de Francia, ayer

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