Stephan Ernst
Activista neonazi
Ernst (47) ha sido condenado a cadena perpetua en Alemania por el asesinato, en el 2019, del político democristiano Walter Lübcke, que se había distinguido en la defensa de la acogida a refugiados, en línea con Angela Merkel.
El asesinato por motivación de odio político que hace año y medio conmocionó a Alemania tuvo ayer su veredicto. La justicia condenó a un neonazi a cadena perpetua por el asesinato en junio del 2019 del político conservador Walter Lübcke, que se había distinguido por su defensa de la acogida de refugiados. La Audiencia de Frankfurt declaró culpable del crimen por una motivación ultraderechista a Stephan Ernst, de 47 años, quien disparó a Lübcke en la cabeza cuando el político local, que tenía 65 años, se hallaba en la terraza de su domicilio en el land de Hesse, en el centro del país.
El juicio tuvo trascendencia histórica por tratarse de la primera vez desde 1945 que se juzgaba el asesinato de un cargo electo a manos de un neonazi. Walter
Lübcke, miembro de la Unión Cristiana Demócrata (CDU), el partido de la canciller Angela Merkel, era presidente del distrito de Kassel y había sido objeto de campañas de odio de ultraderechistas. En octubre del 2015, apenas dos meses después de que Merkel decidiera abrir las fronteras de Alemania a decenas de miles de refugiados sirios e iraquíes, Lübcke, un hombre de profundas convicciones cristianas, los defendió en un acto público cuya grabación en vídeo se hizo viral.
Su muerte sacudió la política alemana y al tiempo reveló la indefensión de los cargos públicos, especialmente los de rango regional o local, frente a la violencia ultraderechista. Lübcke fue asesinado en la noche del 1 al 2 de junio del 2019 de un disparo a corta distancia, cuando se hallaba en la terraza de su casa en Istha, un pueblo a 20 kilómetros de Kassel.
“La condena por asesinato no deja lugar a dudas sobre la culpabilidad” de Stephan Ernst, dijo el presidente del Tribunal Regional Superior de Frankfurt, Thomas Sagebiel, al leer el veredicto.
La sentencia a cadena perpetua garantiza que estará en prisión como mínimo 15 años, pues el tribunal de Frankfurt le declaró culpable “en máximo grado”, lo cual significa que con altísima probabilidad Ernst no podrá aspirar a una revisión de esa pena o a su conmutación por libertad vigilada transcurridos 15 años, que es lo habitual en Alemania. Stephan Ernst era conocido por las autoridades desde finales de los años ochenta como simpatizante neonazi potencialmente violento.
El otro procesado, Markus Hartmann, al que la Fiscalía acusaba de ser cómplice e incitador, recibió una condena de un año y seis meses de libertad vigilada por violación de la ley alemana sobre armas. Hartmann proporcionó a Ernst la pistola con la que este asesinó al político. Durante el proceso Ernst se declaró arrepentido, pero dio hasta tres versiones distintas de lo ocurrido, en las que pasó de implicar de modo directo a Hartmann a afirmar que actuó en solitario.
La viuda de Walter Lübcke y sus dos hijos, que ejercían la acusación particular, aspiraban a una condena mayor por complicidad contra Markus Hartmann, por lo que no les satisfizo la sentencia. Tampoco a la Fiscalía, que anunció que apelará. La sentencia es “incomprensible y difícil de soportar”, dijo la familia del difunto por boca de su abogado.
La familia de la víctima y la Fiscalía ven leve la condena al cómplice a un año y medio de libertad vigilada