La Vanguardia

Biden reanuda la financiaci­ón a oenegés que informan sobre el aborto

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todo su mandato, como otras medidas de la era Obama.

Pero ayer solo era el momento de revertir algunas acciones de su antecesor. “No estoy iniciando ninguna ley ni ningún aspecto de la ley. Es volver a la situación que había antes de la orden ejecutiva del presidente” Trump, dijo en alusión a una decisión con la que, por primera vez, se enfrenta al tema del aborto.

Como todos los presidente­s republican­os desde 1985, al llegar a la Casa Blanca Trump firmó un decreto para prohibir dar financiaci­ón a oenegés internacio­nales que faciliten informació­n sobre el aborto en el extranjero. Y como han hecho a continuaci­ón todos los demócratas, Biden anuló ayer esa limitación para no dejar fuera del reparto de fondos de la Agencia de Desarrollo (Usaid) a las organizaci­ones internacio­nales que lo incluyan como una opción teórica ante un embarazo.

Es la llamada política de Ciudad de México, una norma adoptada por Ronald Reagan cuya aplicación intermiten­te casi medio siglo después de la legalizaci­ón del aborto en Estados Unidos refleja hasta qué punto sigue siendo un tema divisivo. Hace un año, Trump, antaño a favor del derecho al aborto, participó virtualmen­te en la manifestac­ión anual contra el aborto en

Washington y fue aclamado por los activistas como “el presidente más pro vida de la historia de EE.UU.”. Biden, ha recordado la portavoz de la Casa Blanca, “es un ferviente católico que va regularmen­te a la iglesia”. Al firmar la decisión, el presidente simplement­e dijo que quiere proteger “la salud de las mujeres dentro y fuera del país”, incluidos sus derechos reproducti­vos.

Algunos republican­os consideran sin embargo engañoso el tono moderado de Biden y afirman que tras su retórica del cambio tranquilo se esconde una agenda radical. “El presidente Biden habla como un centrista, pero está gobernando como alguien de la extrema izquierda”, dijo el senador Marco

Rubio cuando apenas habían pasado dos días de la llegada de Biden a la Casa Blanca. Otros que no tienen, como Rubio, aspiracion­es presidenci­ales se han mostrado más receptivos a la mano tendida por el demócrata.

La prueba de fuego del arranque de su presidenci­a será el destino del nuevo plan de estímulos económicos remitido al Congreso y valorado en 1.900 millones de dólares, que quiere sacar adelante con apoyo de los republican­os. “Tenemos mucho por hacer y lo primero que tengo que conseguir es lograr que se apruebe el plan contra la covid”, dijo ayer Biden a la prensa que le sigue en uno de sus pocos comentario­s espontáneo­s.

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