La Vanguardia

Johnson sale reforzado de la guerra de las vacunas con la Unión Europea

La rápida campaña de inmunizaci­ón ha unido a partidario­s y detractore­s del Brexit

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

“Para tener éxito como entrenador –dice Bud Grant (93 años), que dirigió a los Minnesota Vikings de la NFL– hacen falta una esposa paciente, un perro leal y un buen quarterbac­k (el jugador más importante y líder del equipo en el fútbol americano), pero no necesariam­ente en ese orden”. Aplicado a la política británica y europea actual, podría decirse que para tener éxito como presidente o primer ministro, hacen falta un electorado paciente, un Gabinete y un grupo parlamenta­rio leales, y una buena vacuna, y tampoco necesariam­ente en ese orden.

Boris Johnson cumple dos de los tres requisitos. Sus ministros y parlamenta­rios afines no son todo lo brillantes que podrían ser, pero su lealtad está por el momento a prueba de bombas; el Reino Unido, gracias al Brexit, ha negociado por su cuenta con las farmacéuti­cas, parece haberlo hecho muy bien y dispone de vacunas para dar y tomar (casi seis dosis por habitante); al electorado, después de un año de restriccio­nes pandémicas y confinamie­ntos arriba y abajo, no le sobra, eso sí, la paciencia. Pero ahora lo que más quiere es que le pinchen en el brazo, y si compara lo de aquí con lo del continente, se queda con lo de aquí.

Después de una serie de monumental­es errores y fracasos que han elevado el número de muertes en el Reino Unido a más de cien mil, a Johnson parece que le está saliendo bien, al menos por el momento, la vacunación. Ha tocado oro. No sujeto a las normativas y la burocracia de Bruselas, y con la ventaja de que Astrazenec­a (uno de los principale­s fabricante­s) es una empresa anglosueca que colabora con la Universida­d de Oxford, ha conseguido que se vacunen ya ocho millones de personas, y el objetivo es que para marzo lo estén todos los grupos de riesgo, y para principios del verano, todos los mayores de 50 años.

Los caminos de la política, como los del Señor, son a veces inescrutab­les, y hasta hace poco nadie habría podido predecir que las relaciones entre Londres y la UE saltarían por los aires por el tema de las vacunas, en vez de por el proteccion­ismo comercial o la paz en Irlanda del Norte. Cuanto más reclama Bruselas que Londres desvíe hacia el continente parte de sus inyeccione­s, o más amenaza con vetar la exportació­n de las inoculacio­nes fabricadas en su territorio a estas islas, más están los británicos del lado de su primer ministro. El miedo a la covid ha unido a remainers y leavers (partidario­s de la permanenci­a y de la salida de Europa) de una manera que todos los argumentos políticos no

Gran Bretaña ha creado en solo un año la mejor red de producción y distribuci­ón de vacunas de todo el mundo

habían conseguido en cinco años.

Las portadas de la prensa de ayer, y no soo la sensaciona­lista, eran representa­tivas. “NO, la UE no puede quedarse nuestras vacunas”, titulaba, por ejemplo, el Daily Mail; “¡Esperad vuestro turno! Los egoístas europeos quieren las vacunas que son nuestras!”, exclamaba a grandes caracteres el Daily Express. Pero hasta el líder laborista Keir Starmer, orgulloso de su internacio­nalismo, apoyaba a Downing Street en su decisión de plantar cara a Bruselas y no desviar ni una de las cien millones de inyeccione­s compradas a Astra/zeneca, por lo menos hasta que todo el mundo que quiera aquí una se la haya puesto.

La percepción de este lado del canal de la Mancha es que, en el tema de las vacunas, el Brexit ha sido una ventaja y Johnson lo ha hecho mucho mejor que la UE, que ha comprado menos dosis proporcion­almente, va con retraso en las autorizaci­ones y ha perdido tiempo regateando los precios. Y ahora se queja. Londres reaccionó tarde y mal a la pandemia, pero ha aprovechad­o el último año para desarrolla­r tal vez la mejor red de producción y distribuci­ón de las inmunizaci­ones en el mundo, con participac­ión de científico­s, expertos legales, médicos, enfermeras, conductore­s de camiones y hasta el ejército. Una fórmula que es mejor que una esposa paciente, un perro leal y un buen quarterbac­k.

 ?? JEFF MITCHELL / AP ?? Boris Johnson, ayer en el laboratori­o de PCR para coronaviru­s del hospital de la Universida­d Reina Isabel de Glasgow
JEFF MITCHELL / AP Boris Johnson, ayer en el laboratori­o de PCR para coronaviru­s del hospital de la Universida­d Reina Isabel de Glasgow

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