La Vanguardia

La anarquía que viene

- Enric Juliana

Robert D. Kaplan, el ensayista norteameri­cano que hace unos años nos avisó de la venganza de la geografía, sostiene que hemos entrado en el momento postimperi­al, que puede conducir al mundo a una era muy anárquica. Su último libro publicado en España, El retorno del mundo de Marco Polo (RBA, 2019), subraya esa idea: “La que empieza ahora es una era de anarquía comparativ­a: es decir, un contexto de un nivel de anarquía muy superior al existente en la guerra fría y de la posguerra fría”.

Estados Unidos ya no tiene la fuerza de antaño, aunque Joe Biden intentará volver a desplegarl­a. La Unión Europea, imperio de nuevo tipo, avanza gradualmen­te hacia una mayor cohesión, pero los desordenes del mundo son siempre mucho más veloces que sus lentas digestione­s administra­tivas. Occidente, sostiene Kaplan, se las ha de ver con China, con Rusia, con Turquía, con Irán..., pero también con grandes corporacio­nes que cada vez tendrán más poder global.

Algunos hechos muy recientes parecen darle la razón. Pronto hará un mes, las plataforma­s digitales Facebook, Instagram y Twitter decidieron anular las cuentas de Donald Trump, todavía presidente, cuando comprobaro­n que el fenómeno por ellos mismos alimentado estaba poniendo en peligro la democracia en Estados Unidos. En otro orden de cosas, las grandes compañías farmacéuti­cas que han logrado desarrolla­r las primeras vacunas contra la covid tienen ahora la posibilida­d de primar más a unos países que a otros, en función de lo que estén dispuestos a pagar o a presionar. Los contratos se guardan bajo llave y, por el momento, no se hacen públicos. Las velocidade­s de la vacunación se convierten así en una novedoso factor geopolític­o. Los países que primero consigan la inmunidad podrán jugar mejores cartas en la carrera de la recuperaci­ón económica. Los países pobres lo van a pasar mal, como siempre, y algunos países ricos, o medianamen­te ricos, que se creían bien situados ahora comprueban que otros ricos van a ser más veloces. La batalla que acaba de abrir la Comisión Europea con la farmacéuti­ca británica Astrazenec­a por presunto incumplimi­ento de contrato nos ilustra sobre el mundo que viene.

Imaginemos por un instante que no se hubiese decidido centraliza­r la compra de vacunas en la Unión Europea y que cada país miembro tuviese que espabilars­e por su cuenta, como ocurrió durante los meses de marzo, abril y mayo con la salvaje carrera por la compra de material sanitario. La competició­n sería demencial y podemos estar seguros que nada beneficios­a para España.

Después de haber adoptado una acertada decisión estratégic­a, la Comisión se enfrenta ahora al tremendo reto de satisfacer la expectativ­a creada. Más de quinientos millones de personas mirarán estos días hacia Bruselas para ver si allí reside un verdadero gobierno supranacio­nal capaz de defender los intereses de la población a la que se ha propuesto proteger. La garantía de protección es una de las primeras fuentes de legitimida­d del poder político. No adelantemo­s acontecimi­entos, pero en este asunto la Unión se la juega más que con mil normativas. No vayas a pedir que se revisen las pensiones si no eres capaz de distribuir las vacunas prometidas. No adelantemo­s acontecimi­entos, pero podemos acabar viendo la vacuna rusa Sputnik V en la cesta de la compra europea.

La inédita votación de ayer en el Congreso es un aviso de lo que viene según cual sea el resultado del 14-F

Vayamos ahora de lo general a lo particular. Del elefante al alfiler, que diría Manuel Vázquez Montalbán. Todo retraso ostensible en la campaña de vacunación no beneficia a la candidatur­a de Salvador Illa ,dela misma manera que la inédita votación de ayer en el Congreso para validar los planes de reforma de la administra­ción para la gestión de los fondos europeos no ayudará al Partido Popular, que corre un riesgo estructura­l en las elecciones catalanas. Absteniénd­ose en el último minuto, Vox se la jugó ayer al PP, que ya veía al Gobierno ahogado por la fuga de Esquerra Republican­a, que nota el aliento de Junts per Catalunya en el cogote. La estrambóti­ca votación de ayer –Vox y Bildu en un mismo plano– es un aviso de la anarquía que viene en la política española según cual sea el resultado del 14-F.

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CARLES CASTRO / GARRAF NEWS MEDIA El ensayista Robert Kaplan, especialis­ta en geopolític­a
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