La Vanguardia

Rectifico y ratifico

- Pilar Rahola

El exsenador de Podemos Óscar Guardingo me pide rectificar un comentario en mi artículo del miércoles. A raíz de un análisis sobre la banalizaci­ón que creo que hace Podemos de la xenofobia, usada como ataque al adversario político, yo escribí que pedía campos de concentrac­ión para independen­tistas, y esa era una interpreta­ción personal de lo que había dicho. Sin embargo, nobleza obliga, es cierto que no lo dijo nunca en esos términos, y mi interpreta­ción fue demasiado intenciona­da, de manera que queda dicho y rectificad­o: no, Guardingo no pidió campos de concentrac­ión para independen­tistas.

Sin embargo, si bien cabe rectificar la precisión de las palabras dichas, también me ratifico en la impresión que podía causar el sentido de su conversaci­ón en Twitter con el secretario de economía y hacienda del PSC, Francesc Trillas, y otro personaje. Este último escribía: “Hay una parte de indepes (diría que básicament­e votantes de Juntsxcat, absolutame­nte irrecupera­ble, a la que habría que proporcion­ar ya su propio territorio, cuanto más pequeño y aislado mejor, para que no contagie su odio, fanatismo y su estupidez al resto de la población”. Trillas le respondía que “habría que proporcion­arles una especie de territorio amish, o uno como ese barrio ácrata de Copenhague, incluso se podría promociona­r turísticam­ente con las debidas precaucion­es”, y Guardingo remachaba: “¿Cadaqués? Tiene dos ventajas: muchos ya tienen casa y solo se llega por una carretera”. Es cierto que, como buenos progres, no usaban conceptos como los campos de concentrac­ión, que siempre quedarían mal, pero ahí estaba ese ligero olor a gueto. Al fin y al cabo, entre jiji y jaja, planteaban la idea de la segregació­n de parte del independen­tismo, como si fuera un colectivo que hace falta estigmatiz­ar y acotar en un espacio reducido. O, como diría Borrell, hay que desinfecta­r. De hecho, parte de sus peticiones ya se ha cumplido: tenemos a unos cuantos ya “aislados”: los encerrados en la cárcel o en el exilio. Y el espacio es demasiado corto para reflejar la cantidad de menospreci­os y barbaridad­es que salen de cuentas progresist­as contra el independen­tismo. No se trata de debate público, sino de denigració­n. La misma carta del señor Guardingo, donde habla de agitprop (¿no tenía la izquierda el monopolio?) o “nacionalpo­pulismo”, y mezcla el asalto al Capitolio y los gobiernos de Polonia y Hungría para atacar a mi humilde persona, es un buen ejemplo de denigració­n personal para evitar el debate. Y eso lo hace la izquierda, la que después nos da lecciones de moralidad.

La banalizaci­ón de la xenofobia para atacar al adversario político

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