Una novena edición inolvidable
La novena edición de la Vendée Globe ha sido la del récord de participación (33 inscritos, seis de ellos mujeres) y la de la emoción hasta el último momento. Nunca antes se había producido una llegada tan apretada, con tres navegantes disputándose la victoria en un sprint final en el que solo los muy entendidos eran capaces de predecir que Yannick Bestaven, en quinta posición la víspera de la llegada, sacaría partido de su magnífica apuesta por navegar las últimas 900 millas en una trayectoria parabólica que le llevaría a rumbo directo y a gran velocidad a Les Sables d’olonne y le permitiría rentabilizar su bonificación de 10 horas y 15 minutos por haber participado en la búsqueda de Kevin Escoffier.
Tampoco nunca antes las compensaciones de tiempo por ayudar a compañeros/rivales en apuros habían tenido esta trascendencia en la clasificación final. De ahí el lamento compartido por la tremenda decepción que ha supuesto para Charlie Dalin haber sido el primero en llegar y tener que ceder el merecido trofeo a otro competidor.
La Vendée Globe era ya el no va más de las regatas y en esta edición ha mostrado que la vuelta al mundo a vela no es una aventura loca que solo interesa a unos pocos aficionados. Es una prueba deportiva que concita el interés de millones de espectadores en todo el mundo a lo largo de tres meses. Ahora mismo el catalán Didac Costa sigue luchando por completar su segunda Vendée.
Barcelona, con el extraordinario impulso del añorado Enric Puig, creó en el 2007 la Barcelona World Race, una prueba que era el complemento perfecto de la Vendée Globe. Hoy, al disfrutar de esta inolvidable edición de la Vendée, quizá sea más fácil ver el error que supuso no mantenerla viva.