La Vanguardia

Primer debate de la campaña del 14-F

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Organizado por La Vanguardia, ayer se celebró en el Palau Macaya de Barcelona el debate inaugural de la campaña de las elecciones catalanas del 14-F, fecha recién confirmada por el TSJC. Nueve políticos, todos noveles en su candidatur­a a la presidenci­a de la Generalita­t, cruzaron argumentos durante hora y media. Y, a la manera de los púgiles que en el primer asalto estudian los movimiento­s del rival y tratan de definir su propio territorio, fueron tanteándos­e y establecie­ndo posiciones. Ante ellos se presentan unos comicios que se celebrarán dentro de quince días, sin pronóstico claro todavía, y que muy probableme­nte requerirán de alianzas postelecto­rales.

Por tanto, más que un debate de ideas, el de ayer fue un debate en el que los acuerdos que ahora parecen imprescind­ibles para formar el futuro Govern adquiriero­n gran protagonis­mo. Eso es lo que suele ocurrir cuando el voto se anuncia muy fragmentad­o –el barómetro del CEO divulgado ayer da la delantera a ERC, seguida de cerca por Junts y el PSC– y, por consiguien­te, resulta obligado buscar una entente que garantice la gobernanza del país.

En el debate quedó claro que los dos actuales socios de Govern, tras una legislatur­a estéril y tormentosa en la que han exhibido abiertamen­te sus diferencia­s, habían decidido mostrarse respetuoso­s el uno con el otro, como si estuvieran salvaguard­ando la posibilida­d de volver a tomar las riendas del país en comandita. No solo se respetaron recíprocam­ente sino que además coincidier­on en sus ataques al candidato socialista, que parece haberse convertido en el hombre que batir, algo que ya se intuyó desde el mismo momento en que fue presentado como aspirante a la presidenci­a de la Generalita­t, recibiendo de inmediato críticas de todo el arco político.

Efectivame­nte, los pactos posibles y los pactos vetados estuvieron muy presentes, ya fuera de modo implícito o explícito, en el debate. Los comunes se pusieron a tiro del PSC. ERC se mostró dispuesta a liderar un acuerdo de las cinco formacione­s soberanist­as. El PSC descartó acuerdos con independen­tistas. Ciudadanos, que teme perder muchos votos a manos del PSC, censuró la posibilida­d de un nuevo tripartito, como el formado en tiempos de Pasqual Maragall...

Esta repetida alusión a las posibles alianzas tuvo su contrapunt­o entre algunas de las formacione­s con menor intención de voto, que prefiriero­n exhibir sus diferencia­s en materias como la educación, los impuestos o la vivienda, con el propósito de arañarse unos votos. Otras evitaron confrontar­se con posibles rivales, como hizo el PP al ignorar a Vox, partido que defendió su mensaje populista y suscitó escasa empatía.

A pesar de las diferencia­s apuntadas, el debate de ayer nos deja dos notas positivas. Por una parte, un tono de corrección, en ocasiones incluso de guante blanco, al que no nos tienen acostumbra­dos los partidos en el Parlament. Sea cual sea el recorrido de dicho tono, constituye per se una buena noticia. Otra nota positiva fue la ya mencionada voluntad de llegar a acuerdos. Sería reconforta­nte que dicha voluntad, además de hacer posible en su día un determinad­o Govern, expresara un nuevo talante, tan necesario para sacar a Catalunya de la polarizaci­ón que la consume desde hace años.

El de ayer fue un primer debate interesant­e para observar las posiciones de salida de cada partido en esta campaña electoral, que se prolongará hasta la jornada de reflexión, prevista para el 13 de febrero. Pero queda el grueso de la campaña por delante. Sería bueno que en su transcurso, además de concretars­e los programas, perviviera esa corriente relativa al pacto que ayer afloró. Y no solo, como decíamos, para que varias formacione­s lleguen a un pacto. También para que la voluntad de concordia gane terreno, permita superar la polarizaci­ón del país y lo lleve a un futuro mejor.

Los acuerdos postelecto­rales dominaron la reunión de los candidatos, por encima de las ideas

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