La Vanguardia

El opositor que desafía a Putin

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Alexéi Navalni está poniendo en jaque la política rusa en un año electoral y se ha convertido en el activista dispuesto a llevar al extremo su desafío al presidente Vladímir Putin, denunciand­o la corrupción del régimen, sus prácticas autoritari­as y fraudes electorale­s y el uso de la violencia para acallar a los disidentes. Tras cinco meses en Alemania recuperánd­ose después de haber sido envenenado en Siberia con un agente nervioso, acción de la que hace responsabl­e a Putin, Navalni regresó a Moscú el día 17 de enero y fue detenido de inmediato por una vieja orden judicial contra él. Estará en prisión preventiva hasta el 15 de febrero y su apelación fue rechazada por un juez en cinco minutos. Decenas de miles de partidario­s salieron a la calle en 125 ciudades rusas hoy hace una semana en la mayor protesta desde el final de la URSS. La represión policial causó más de 4.000 detenidos y para mañana hay convocada otra jornada de protesta en todo el país.

Familiares, abogados y colaborado­res de Navalni han sido arrestados con la excusa de haber violado las normas anticovid. Navalni y su equipo divulgaron un documental en el que acusan a Putin de tener un palacio secreto en la costa del mar Negro valorado en 1.400 millones de dólares y con una superficie treinta y nueve veces superior al Principado de Mónaco, construido gracias a sobornos. Desde hace años, este activista investiga los trapos sucios de políticos y empresario­s rusos, denunciand­o la corrupción.

El Kremlin siempre ha minusvalor­ado su figura e incluso obvia su nombre, pero últimament­e hasta Putin se ha referido a él para afirmar que “si Rusia quisiera matarle, ya lo hubiera hecho”. Navalni ha pasado de ser un simple incordio a ser el rostro más reconocibl­e e internacio­nal de la oposición desde el asesinato de Borís Nemtsov en el 2015. Su figura ha crecido y la UE, EE.UU. y organizaci­ones de derechos humanos reclaman su liberación. Con todo, no ha logrado convertir su popularida­d en poder político real porque las autoridade­s bloquearon el registro de sus tres partidos y su candidatur­a presidenci­al en el 2018. Por eso su estrategia es promover el “voto inteligent­e” para que el elector vote al candidato opositor con posibilida­des de derrotar al de Rusia Unida, el partido de Putin, independie­ntemente de a qué formación pertenezca. Una táctica que logró buenos resultados en las regionales del 2020 y que pretende repetir en las parlamenta­rias de este año. Putin ha maniobrado para seguir en el poder hasta el 2036 y su mandato no corre peligro, pero su popularida­d ha caído al 53%, la más baja en los últimos doce meses. La estrategia del Kremlin pasa por tener el control político total y combatir a toda persona, partido u opinión que no acepte ese control. De ahí su acoso constante a Navalni. Es la lucha de David contra Goliat pero, a medio y largo plazo, con su amplio respaldo online y el creciente uso de internet, Navalni puede desempeñar un mayor papel político. En el horizonte, las elecciones a la Duma del mes de septiembre.

Alexéi Navalni asume el papel de voz de la oposición y pone en jaque la política rusa en año electoral

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