La Vanguardia

“Somos la manada de Dumba”

- ANTONIO CERRILLO

“Es cierto que los elefantes viven en manada, pero nosotros somos la manada de Dumba”, dice la domadora Yvonne Kludsky refiriéndo­se a su familia como argumento para aferrarse a la propiedad y la compañía de su elefanta. La domadora Kludsky tiene 65 años y es dueña de Dumba, de 44 años. Ella procede de una familia circense; su padre tuvo elefantes; ella misma nació entre elefantes. “Llevo 65 años viviendo con estos animales”, confiesa. Es su mundo. Pero es un mundo que está desapareci­endo... Su historia refleja el triste, abrupto y traumático final de los circos con animales salvajes.

La domadora y su elefanta se encuentran ahora en Francia, aunque las restriccio­nes por la covid no le permiten trabajar en el circo con su marido y su hijo.

Pero ni en Francia logra desconecta­r del inacabable litigio que mantiene con los defensores de los animales españoles, que piden el decomiso de su animal. Hasta allí le llegan las quejas. La Fundación para el Asesoramie­nto y Acción en Defensa de los Animales (Faada) ha presentado denuncias reiteradas a las administra­ciones catalanas al juzgar que el lugar de acogida habitual del animal, en su casa con jardín de Caldes de Monbui, no es el lugar apropiado para un elefante.

Ahora, además, la asociación animalista francesa One Voice también se ha sumado a esta campaña y ha pedido al gobierno galo que intervenga el animal, que se encuentra en un paraje en Euzet-les-bains (Gard).

En conversaci­ón telefónica desde Francia, Kludsky afirma sentirse víctima de una caza de brujas y replica las acusacione­s de los animalista­s. “Dumba no tiene ningún problema de salud. La finca donde está ahora en Francia tiene 30 hectáreas. Dispone de su carpa, su cuadra y un campo muy grande en el que puede andar al lado de caballos y burros. Paseamos por los caminos un par de horas al día”, se defiende. “Estamos sufriendo un acoso. Pierdo peso, no duermo y tengo ganas de vomitar. Son muchos años de acoso. Nos han criminaliz­ado”, se queja.

Tanto el grupo One Voice como Faada han pedido el ingreso de Dumba en la reserva Elephant Haven en el Limousin (Francia), destinada a los elefantes que han intervenid­o en circos y espectácul­os.

Pero Kludsky no quiere que Dumba acabe en un “asilo” para elefantes. “Una asociación particular no es quien debe decidir a dónde debe ir nuestra elefanta. Llevamos con ella más de 30 años y asumimos la responsabi­lidad de sus cuidados. Somos nosotros los que debemos decir qué se hace con ella”, enfatiza.

La domadora teme los efectos de un traslado de Dumba a esa reserva; argumenta que allí no se adaptaría, pues no tendría contacto con cuidadores y siempre ha estado con humanos. Teme que “se ponga triste, que deje de comer y que se deje morir”. “Tal vez, con tiempo y paciencia y bien acompañada de nosotros, pudiera aprender a estar con otros elefantes. Pero esa adaptación se debe hacer muy bien hecha…”.

Mientras tanto, continúa vivo el litigio sobre las condicione­s de acogida de Dumba en Caldes de Montbui, su domicilio habitual, el foco original del conflicto.

Tras denuncias de Faada, la Generalita­t reclamó diversas mejoras en la finca para legalizar su alojamient­o; pero no todas se han podido realizar. El Ayuntamien­to de Caldes de Montbui ha negado los permisos para levantar una gran valla al tratarse de una finca rústica, con lo que Dumba corre el riesgo de quedarse en la calle.

“El Ayuntamien­to nos dijo que el animal no podía seguir ahí, que debía irse; pero luego nos dijeron que podía continuar siempre y cuando presentára­mos un proyecto educativo. Y eso es lo que queremos hacer; pero eso supone invertir mucho dinero y la cosa esta ahora un poco parada...”., señala.

Faada insiste en que Dumba lleva décadas siendo explotada en circos, señala la irregulari­dad urbanístic­a de la casa de Caldes y reclama que el animal sea decomisado (y trasladado a la reserva). La domadora teme que ante tantas presiones, el Ayuntamien­to le imponga una multa.

Per ella defiende su trabajo y se queja del olvido de las personas que trabajan en los espectácul­os con animales salvajes, prohibidos en Catalunya y vetados por muchos municipios españoles.

“Ya no entramos en la arena con leones y gladiadore­s. Todo nuestro trabajo está muy controlado”, explica para referirse a la burocracia que rodea su actividad (certificad­os veterinari­os, autorizaci­ones de entrada en los pueblos, inspeccion­es veterinari­as...). Muchos municipios “están negando la plaza a los circos con animales”, se lamenta mientras explica las dificultad­es para trabajar con animales por la pandemia. “Con la crisis de la covid, las cosas están muy mal. Conozco gente que han cerrado el circo, y conduce ahora camiones. Pero el circo siempre ha sobrevivid­o…”.

“En Francia también quieren prohibir el circo con animales. Hay una corriente mundial para suprimirlo­s. Y eso no hay quien lo pare”, describe con realismo. En España solo quedan tres circos de este tipo, “pero nadie está trabajando”. Su gran anhelo ahora es “seguir, aunque de otra manera: con un proyecto educativo...”.

“Dumba siempre ha estado con humanos: En el ‘asilo’ se pondrá triste, dejará de comer y se dejará morir”

YVONNE KLUDSKY

La domadora rechaza que su elefanta entre en una reserva para animales circenses ‘jubilados’, como exigen los grupos animalista­s

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. Yvonne Kludsky, fotografia­da en un paraje en Euzet-les-bains (Gard, Francia). donde pasa unos días en la casa de unos amigos

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