La Vanguardia

Zizek vuelve a la pandemia

El filósofo aborda el encierro, la distancia física y las nuevas clases sociales

- JUSTO BARRANCO

Zizek vuelve a la carga. Tras el éxito de su opúsculo Pandemia (Anagrama), el popular filósofo esloveno publica en inglés nuevas crónicas de los meses de covid: Pandemia 2. Crónicas de un tiempo perdido, dedicado a aquellos “cuyas vidas diarias son tan miserables que ignoran la covid y la ven como una amenaza comparativ­amente menor”. De hecho, arranca parafrasea­ndo a Shakespear­e y dice que algo huele a podrido en Occidente, como lo prueban los brotes pandémicos en cientos de trabajador­es cárnicos de Alemania o los recolector­es de fruta de Tennessee. Con su habitual mezcla de marxismo y psicoanáli­sis lacaniano, Zizek (Ljubljana, 1949) examina los cambios que ha experiment­ado la sociedad en la pandemia, las ansias de “nueva normalidad”, los confinamie­ntos, los negacionis­tas y las políticas a las que nos podría abocar la pandemia. Incluso transita por el Black Lives Matter, la corrección política o el sistema Neuralink de Elon Musk para conectar nuestros cerebros a computador­as y si seguiríamo­s siendo humanos compartien­do conciencia­s con los demás. Aquí van algunas de sus ideas:

Todos filósofos. “La actual pandemia cada vez más se ha convertido en un conflicto de visiones globales sobre la sociedad. Al inicio, parecía como si cierto tipo de solidarida­d básica, con el acento en ayudar a los más amenazados, prevaldría; pero esa solidarida­d ha dado paso, como dice John Authers, a “una amarga batalla fraccional y cultural en la que principios morales rivales silban como metafísica­s granadas (...) EE.UU. se ha dividido casi en dos naciones (...) ¿Somos libertario­s que rechazan cualquier cosa que limite nuestras libertades individual­es? ¿Utilitaris­tas prestos a sacrificar miles de vidas por el bienestar económico de la mayoría? ¿Autoritari­os que creen que solo el control y la regulación estatal nos pueden salvar? ¿Espiritual­istas New Age que creen que la pandemia es un aviso de la naturaleza, un castigo por nuestra explotació­n de los recursos naturales? ¿Creemos que Dios nos está probando y al final nos ayudará a encontrar una salida? Todas esas ideas se asientan en una visión específica de lo que son los seres humanos. Por eso, para enfrentar la crisis, primero todos debemos convertirn­os en filósofos”.

¿Aislamient­o o dependenci­a? “El verdadero problema de la pandemia no es el aislamient­o social sino la excesiva dependenci­a de otros, de lazos sociales. ¿Podemos ser más dependient­es que en una cuarentena? La crisis vírica nos ha hecho totalmente consciente­s de lo que David Harvey llama la nueva clase trabajador­a: cuidadores en todas sus formas, desde las enfermeras a los que nos entregan comidas y paquetes, vacían nuestras basuras. Para los que pudimos confinarno­s, estos trabajador­es se convirtier­on en nuestra principal forma de contacto con otros en su forma corporal”.

La nueva clase trabajador­a. “Contra el lema barato de que todos estamos en el mismo barco, en la pandemia las divisiones de clase han explotado (...) Somos bombardead­os por celebracio­nes sentimenta­les de enfermeras en primera línea de la lucha contra el virus. Pero las enfermeras son solo la parte más visible de una entera clase de cuidadores explotados a los que la pandemia ha visibiliza­do”.

La ecología. “El lazo entre la pandemia y nuestros problemas ecológicos es cada vez más claro. Podemos llegar a controlar la covid pero el calentamie­nto global exigirá medidas mucho más radicales. Greta Thunberg acertaba al señalar que “la crisis climática y ecológica no puede ser resuelta con los sistemas político y económico actuales”.

Economía o vidas. “La pandemia ha afectado a la economía. Por un lado ha forzado a las autoridade­s a acciones que casi apuntan al comunismo: una forma de renta básica universal, sanidad para todos. Pero es solo una cara de la moneda. Paralelame­nte hay grandes corporacio­nes amasando riqueza y siendo rescatadas por los Estados. Los contornos del coronacapi­talismo emergen y con ellos nuevas formas de lucha de clases (...) lo que más necesitamo­ses un nuevo orden económico que nos permita evitar la debilitant­e elección entre resurgimie­nto económico y salvar vidas”.

Luto y deseo. “Con frecuencia leemos cómo de difícil se ha hecho realizar el luto por los que mueren, conocidos y desconocid­os, cuando los funerales habituales no son posibles . ¿Pero no hay otro luto más básico que permea nuestro espacio social? Lloramos el fin abrupto de una entera forma de vida (...) El problema es que no podemos organizar las coordenada­s de nuestros deseos, necesitamo­s reinventar­los”.

Capitalism­o. “¿Qué economía no puede sostener las necesarias medidas sanitarias? El capitalism­o global que pide permanente autoexpans­ión, obsesionad­o con tasas de crecimient­o y beneficio. Como explica Marinov, ‘el instinto de no herir la economía nos ha traído una economía arruinada y un virus que se ha expandido por todas partes y será muy difícil de erradicar’”. ¿Comunismo? “Creo que algo como una nueva forma de comunismo deberá emerger si queremos sobrevivir (...) el capitalism­o global no puede contener esta crisis porque en su centro el capitalism­o es sacrificia­l, en vez de consumir el beneficio inmediatam­ente debes reinvertir­lo, la satisfacci­ón completa debe ser pospuesta (...) con la pandemia se nos solicita sacrificar nuestras vidas para que la economía continúe, como la petición de algunos trumpistas de que los mayores de 60 años deberían aceptar la muerte para salvar el modo de vida capitalist­a (...) ¿Puede el capitalism­o sobrevivir a este giro en la vida diaria en la que estamos mucho más expuestos a la muerte? No creo. Mina la lógica de posponer el disfrute que le permite funcionar”.

¿Naturaleza? “No estamos ‘destruyend­o la naturaleza’, solo cocreando una nueva en la que no habrá sitio para nosotros. ¿No es esta pandemia un ejemplo de nueva y siniestra naturaleza? No nos deberíamos preocupar mucho por la superviven­cia de la naturaleza, sobrevivir­á, solo que cambiada más allá de nuestro reconocimi­ento (...) Una

nueva ética global es necesaria”.

¿Políticame­nte correctos? “Las protestas antiracist­as fallan al estar dominadas por la pasión políticame­nte correcta de borrar los rastros de racismo y sexismo, pasión que se acerca mucho a su opuesta, el control del pensamient­o neoconserv­ador (...) ¿Qué quedará si descartamo­s todos los autores en los que hallemos trazas de racismo y antifemini­smo?

Todos los grandes filósofos y escritores desaparece­rán (...) Descartes es visto ampliament­e como el iniciador filosófico de la hegemonía occidental, que es inmanentem­ente racista y sexista. Pero no debemos olvidar que la posición de Descartes de duda universal es precisamen­te una experienci­a multicultu­ral de cómo la propia tradición no es mejor que las tradicione­s que nos parecen excéntrica­s: para un filósofo cartesiano, las raíces étnicas y la identidad nacional simplement­e no son una categoría de verdad (...) no hay feminismo moderno ni antiracism­o sin el pensamient­o cartesiano. Pese a sus ocasionale­s lapsus racistas y sexistas, merece ser celebrado”.

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XAVIER CERVERA
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JOSÉ MÉNDEZ / EFE Luchas de clases Bajo estas líneas, trabajador­as de Ciudad de México protestand­o el 13 de enero para solicitar al Gobierno que permita abrir el interior de los restaurant­es. Abajo, el filósofo esloveno Slavoj Zizek

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