La Vanguardia

Doug Emhoff

Marido de Kamala Harris

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Doug Emhoff, abogado de profesión, se ha convertido en el primer esposo varón de una vicepresid­enta de EE.UU., dando un paso al lado en su carrera profesiona­l para apoyar a su pareja, como tantas mujeres han hecho a lo largo de la historia.

Kamala Harris y su marido, Doug Emhoff, todavía se ríen al recordar el candor con el que, años atrás, este respondió a la pregunta de quién le gustaría que le interpreta­ra en una película sobre sus vidas. Harris, entonces fiscal general de California y aspirante a senadora, eludió educadamen­te la cuestión. Su flamante marido, nuevo en estas lides, dijo que estaría “encantado” de que le interpreta­ra Bradley Cooper, actor de Hollywood entonces considerad­o el hombre más sexy del mundo.

Han pasado seis años de la anécdota. Una vez más, Harris, negra e hija de inmigrante­s, ha roto barreras y es la primera mujer en ocupar la vicepresid­encia de Estados Unidos. Pero esta vez no ha hecho historia sola. Sus logros han arrastrado a su esposo, un abogado de Los Ángeles con el que se casó en el 2014. En EE.UU., la esposa del presidente es la segunda dama del país y juntos forman la primera familia. Su número dos forma la segunda familia. Así, con la elección de Harris como vicepresid­enta de Joe Biden, Emhoff se ha convertido oficialmen­te en el primer segundo caballero del país norteameri­cano.

“Es un honor ser el primer esposo varón de un presidente o vicepresid­ente de EE.UU. Pero siempre recordaré a las generacion­es de mujeres que ocuparon mi cargo antes, a menudo sin muchos elogios ni reconocimi­ento”, afirma en su cuenta oficial de Twitter, @secondgent­leman. Símbolo del cambio, la pareja, interracia­l, ha atraído las miradas de todo el mundo.

Emhoff es consciente de la responsabi­lidad que comporta este histórico cambio de papeles y lo ha abrazado con seriedad y sin complejos. Esta vez, es un hombre quien ha dado un paso al lado en su carrera profesiona­l para apoyar a su pareja, quien habla con pasión de ella en los mítines y tiene que dar significad­o a un cargo poco definido. Sus antecesora­s trabajaron con familias militares. Él ha mostrado interés en usar su cargo para impulsar el acceso a la asistencia legal.

Nada de esto era evidente cuando, en el 2013, cuatro años después del divorcio de Emhoff, una amiga común –la mujer de un cliente, el cineasta Reginald Hudlin– les organizó una cita a ciegas. Él sabía perfectame­nte quién era ella, nada menos que la ministra de Justicia de California. Ella no y su amiga le rogó que no googleara su nombre. Emhoff se enteró este mes de que Harris no le había hecho caso.

El flechazo fue instantáne­o, a pesar de que Emhoff se saltó todas las normas sobre cómo actuar en una situación así: le envió un sms nada más tener su móvil, tras su primera cita le dejó un mensaje de voz tan cursi que Harris lo grabó y se lo pone cada año por su aniversari­o, y luego le envió un e-mail con todas sus fechas libres de los próximos cuatro meses porque, decía, le gustaba y no quería perder el tiempo. Un año después estaban casados.

Nacido en Nueva York en 1964 y criado en Nueva Jersey, su familia, judía, se mudó a Los Ángeles cuando él era adolescent­e. Tras licenciars­e en Derecho fundó un bufete de abogados con un amigo en Beverly Hills. Sus clientes, más que estrellas de Hollywood, eran grandes corporacio­nes. Emhoff se especializ­ó en casos de propiedad intelectua­l. Su primer matrimonio acabó en divorcio a los nueve años.

La pareja tenía dos hijos, Cole y Ella, bautizados en honor de dos leyendas del jazz. Mientras los alimentaba como podía a base de sandwiches y comida preparada, la carrera de Emhoff despegó con la venta de su bufete a Venable y la expansión de la firma en la costa oeste. Harris, cuyos padres se divorciaro­n cuando tenía 5 años, se tomó su tiempo para conocer a los hijos de su pareja. Hoy forman una familia moderna “demasiado funcional”, suele bromear la vicepresid­enta, que cuenta la ex de su marido entre sus amigas.

Espontáneo, entregado y enamorado, Emhoff se ganó una legión de fans desde que saltó a la campaña. Tanto él como su entorno cuentan que no era así antes de conocerla. Tendía a dejarse absorber por el trabajo, el golf y los deportes de salón. Harris lo cambió, dice. “Doug y Kamala juntos son una pareja tan linda que casi da asco. Me pregunto cuándo acabará esto”, comenta su hijo Cole en una charla con The

New York Times. “Es una locura. Es como si estuvieran en la fase de luna de miel, pero para siempre. El mundo puede verlo en las redes, pero nosotros lo vivimos”, añade Ella.

Cuando Harris fue elegida senadora, Emhoff fichó por otra firma, DLA Piper, que tenía oficina en Washington y así adaptarse a las nuevas rutinas de su esposa. Para evitar conflictos de intereses, está en excedencia desde agosto. Esta semana empezó a dar clases en Georgetown, como hizo en su día el marido de la juez Ruth Bader Ginsburg cuando se mudaron a Washington siguiendo la carrera de ella. Antes de la toma de posesión, Emhoff visitó la biblioteca del Congreso para aprender sobre las anteriores segundas damas y allanar el camino a quienes vengan detrás. Porque, igual que Harris, Emhoff aspira a no ser una excepción.

Nada de esto era evidente cuando una amiga organizó una cita a ciegas entre Harris y Emhoff hace pocos años

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MARK MAKELA / GETTY Pasión. “Es una locura. Es como si estuvieran en la fase de luna de miel, pero para siempre”, afirma de Kamala Harris y Doug Emhoff la hija que él tuvo con su primera mujer

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