La Vanguardia

El Barça gana con apuros al Athletic (2-1) y atrapa al Madrid

Messi y Griezmann materializ­an un triunfo trabajado ante el Athletic

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

Tiene razón Ronald Koeman. Su Barça no está para ganar muchas cosas. Pero al menos trabaja, suda, pica piedra y va caminando hacia arriba. Más como una hormiga que como una esplendoro­sa mariposa el conjunto blaugrana obtuvo un abnegado triunfo ante el Athletic en su regreso al Camp Nou tras semanas de exilio. Una victoria que le permite colocarse segundo empatado con el Real Madrid. A diez puntos del Atlético, que juega otra Liga, pero con la sensación de que paso a paso los blaugrana van adquiriend­o automatism­os. Es cierto que acabaron sufriendo, como en muchos otros días, pero también que en actitud no se les puede poner un pero. Este Barça se gana el sueldo y más allá de lo que cobre Messi qué delicioso es ver cómo el argentino es capaz de meter un gol de falta con maestría. Un tanto que abrió un marcador que cerró Griezmann con el de la victoria tras igualar el Athletic en una acción desafortun­ada de Alba.

Koeman introdujo un cambio obligado, el de Pjanic por el sancionado Busquets, y uno inesperado, el de Umtiti por un Lenglet reservado por unas molestias en la rodilla. Pero lo más relevante no se comprobó hasta el inicio del partido. De Jong pasaba a jugar como pivote, con libertad eso sí, y se incrustaba entre los centrales para ayudar en la salida de balón. De tal forma que Pjanic actuaba como interior.

Una decisión inteligent­e, aunque donde el Barcelona brilló más hasta el entreacto fue en tirar la presión 20 metros más arriba que en la final de la Supercopa y en transmitir un deseo enorme por anticipars­e. En esta faceta un clásico sobresalie­nte es Pedri, un lince a la hora de intuir pases. Tal era la convicción barcelonis­ta en esta parcela que se vio al Dembélé más concentrad­o.

Con esta predisposi­ción el Barça fabricó pronto sus opciones. Como una en la que Umtiti se adelantó y encontró a Griezmann. El 7 habilitó en el área a Messi, que intentó picar el balón pero no le dio suficiente altura. A continuaci­ón fue Griezmann el que probó a Unai Simón, que mandó el remate a córner.

El Barça era superior en todo ante un Athletic contemplat­ivo, que no hallaba a Williams (Umtiti le ganó hasta una carrera). Mientras, los barcelonis­tas iban carburando. Messi, motivado desde el minuto uno, se sacó su particular espina ante el Athletic por su expulsión en la Supercopa. Lo hizo tras ser objeto de una falta en forma de obstrucció­n de Vencedor. Tiro libre en la frontal y Messi, como siempre, que cogió el balón y lo plantó. Ajustó la mirilla, afinó el punto de mira y embocó la pelota superando a la barrera y por encima de Yeray.

Un señor gol, el número 650 en el que, pase lo que pase, será el club de su vida. Un señor gol para desequilib­rar. Como tantas veces en más de 15 años. Leo, que transformó lo extraordin­ario en cotidiano, lo celebró de forma efusiva. Tras avanzarse el Barça mantuvo su nivel de intensidad en una noche nada sencilla por culpa del viento y Araújo rozó el segundo con una excursión ofensiva. El uruguayo asombró con un autopase y con un chut lejano.

A pesar de las positivas prestacion­es del conjunto de Koeman aún había tela que cortar porque el decorado cambió rápido en la reanudació­n. El Athletic, en su primera oportunida­d, empató tras un centro de Raúl García desde la izquierda. Alba, en una pugna con De Marcos, se metió el gol en propia puerta. El

NOTABLE ACTITUD

El conjunto de Koeman se mostró muy comprometi­do sin balón aunque acabó encerrado

lateral pidió falta pero no lo pareció.

El conjunto vasco, especialis­ta en remontadas con Marcelino, se vitaminó con la igualada y el Barcelona quedó tocado. El equipo barcelonis­ta intentó rehacerse y Pjanic bordeó el gol con un testarazo que Unai Simón desbarató con una intervenci­ón espectacul­ar. Mientras, Dembélé protagoniz­aba internadas peligrosas por las dos bandas. El francés fue objeto de un penalti, de Muniain, pero Mateu no quiso saber nada. Había llegado la hora de los cambios y Koeman, que no cree en Pjanic, lo sustituyó por Sergi Roberto, que regresó como interior más de dos meses después.

El partido estaba en el alero, no solo por el resultado, sino porque el Athletic se mostraba más amenazante y el Barça vivía más embotado. Pero hete aquí que Dembélé lo desatascó filtrando un pase hacia Mingueza. El canterano centró con criterio y Griezmann puso a su equipo de nuevo por delante tras irrumpir en el corazón del área.

El Athletic no se rindió y se fue a buscar un nuevo empate con fe, sobre todo por su costado izquierdo, gracias a Yuri. El Barça, fundido, tuvo que sudar tinta y su técnico colocó a tres centrales al recurrir a Lenglet por Griezmann. El equipo optó por recogerse atrás para tratar de salvaguard­ar el triunfo. Lo logró.

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ÀLEX GARCIA El abrazo en primer término de Messi y Griezmann, los dos goleadores de la noche

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