Catalunya es relevante
El foco desde España sobre Catalunya no ha dejado de crecer. La gran mayoría de las actividades políticas son intervenidas, y las sociales y económicas, criticadas o ridiculizadas. La intervención del Gobierno y del poder judicial sobre el ejecutivo y el legislativo catalán es permanente. Las dos últimas elecciones autonómicas no han estado libremente determinadas por la Generalitat; la actual, directamente interferida por la judicatura. La elección del presidente de la Generalitat ha sido modificada tres veces por los tribunales, el último president ha sido inhabilitado por la Junta Electoral Central (JEC), por una causa de gravedad menor. Hay 16 políticos relevantes, president, presidenta del Parlament, vicepresident, consellers, en la prisión o el exilio. Hay centenares de ciudadanos pendientes de causas judiciales. Las 300 empresas más importantes de Catalunya han llevado su sede social fuera de Catalunya, decisión tomada en el plazo de días, que la hace sorprendente por la coincidencia en el tiempo y hace pensar en una causa externa.
La presión crítica de la gran mayoría de los medios de comunicación de la capital del Estado que acompaña y apoya las decisiones del Gobierno y de los tribunales de justicia lleva a inferir que hay una estrategia para demostrar el mal gobierno de la Generalitat, orientada a provocar un cambio en el apoyo electoral de los partidos independentistas, “los catalanes no saben gobernarse”...
El editorial de un diario nacional hace unos días: “... la medida cautelarísima pone el dedo en la llaga del severo desgobierno...”, ¿es por el desgobierno que hay “medidas cautelarísimas”?, “...y contradice el Estatut, según el cual solo un presidente en plenitud puede convocar elecciones...”, ¿hay que recordar que el president fue inhabilitado por la JEC por colgar una pancarta?, “...desprende un aroma partidista, como intento de modular una elección que el secesionismo auguraba poco favorable...”, ¿la intención de los independentistas es explícita y sin duda? “(...) A este desastre institucional se suma la centrifugación de empresas...”, ¿nadie más que la libre voluntad de las empresas tuvo que ver con la salida de estas de Catalunya?
Que un diario políticamente importante de España dedique un editorial a Catalunya, y lo haga con el ánimo crítico con que lo hace, demuestra que Catalunya se ha constituido en un problema que el Estado no sabe resolver. Pasa el tiempo y la situación general no mejora, empeora. La razón de esta atención continuada a Catalunya y los catalanes es que el problema que Catalunya genera en el Estado es serio y trascendente...
Cuando este conflicto se inició hace años, la cuestión que ciertos comentaristas plantearon era si podría afectar a la estabilidad del Estado o poner en cuestión la Constitución. Hoy eso suscita poca duda en razón del cambio profundo de la política general. El mapa político español se ha fracturado, del bipartidismo se ha pasado al multipartidismo de tal modo que este ha sido capaz de promover una moción de censura y ganar por defecto de alternativas unas elecciones generales tras un año sin gobierno. La malevolencia política del combate partidario ha crecido de forma desmesurada, la extrema derecha ha llegado al Parlamento con una fuerza electoral suficiente para presentar una moción de censura tensando la vida política como no había sucedido en los últimos 40 años. El poder judicial ha invadido las competencias del ejecutivo, y la separación de poderes se ha debilitado hasta el extremo por la “voluntad de gobernar” en Catalunya del poder judicial. Ahora se añaden dudas sobre la idoneidad de la monarquía como estructura política del Estado.
La visión de España como una democracia plena se ha visto condicionada por una acción exterior en relación con los presos políticos repetidamente contestada por tribunales de justicia de al menos cuatro estados europeos.
La consecuencia es que la hipótesis que aventuraba que España se vería desestabilizada por Catalunya se ha cumplido con dos consecuencias, el empeoramiento de la situación general, económica, social y política de España parece de difícil reconducción, y la solución, que tendría que ser política, se aleja porque los precedentes crean cuñas que con el tiempo la hacen más inaccesible.
Si la solución se tiene que encontrar desde el empirismo de la prueba y el error, parecería llegado el momento de hacer algo diferente de lo que hasta ahora se ha hecho.
Estas circunstancias crean un daño objetivo a España y Catalunya con una significativa diferencia. Para España, la confusión de cómo resolver un problema que los supera; para los segundos, saber que es un daño exterior que el tiempo demuestra que se puede aguantar... y un día desaparecerá. La confusión y la perplejidad frente a la certeza y la esperanza. Es indudable que la relevancia de Catalunya para España es ahora más alta y determinante como nunca lo ha sido en el último siglo, porque la estabilidad del Estado está indefectiblemente condicionada por Catalunya.
La estabilidad del Estado está indefectiblemente condicionada por Catalunya