La Vanguardia

Una oportunida­d para Barcelona

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POCAS Y MUY CLARAS MEDIDAS. EN LO QUE SE PIDE AL CIUDADANO HAY POCA VOLATILIDA­D

NO SE ENTIENDE LA FALTA DE ALINEAMIEN­TO POLÍTICO ANTE LA PANDEMIA

SON CLAVES LA MENTALIDAD A LARGO PLAZO Y LA COLABORACI­ÓN PÚBLICO-PRIVADA

¿Qué destacaría­s de la gestión de la crisis en tu ciudad de residencia?

La describirí­a en una palabra: consistenc­ia. Pese a que el conocimien­to sobre el virus avanza a medida que la ciencia entiende mejor su comportami­ento, hay poca volatilida­d en lo que se nos pide a los ciudadanos. Las medidas son pocas y muy claras: restauraci­ón cerrada (desde octubre), teletrabaj­o recomendad­o, grupos reducidos. A medida que la situación se ha deteriorad­o han añadido restriccio­nes, como el cierre de colegios o el veto a la movilidad internacio­nal no necesaria.

Nunca se ha considerad­o necesaria la mascarilla en espacios abiertos y siempre se ha permitido hacer deporte o pasear. El debate político alrededor de la idoneidad de las medidas es mucho menor, asumiendo que estas tienen en gran medida respaldo de la comunidad científica.

¿Cómo se ha visto la gestión de Barcelona desde tu ciudad?

No se entendió la dureza del primer confinamie­nto; hoy, los interrogan­tes son en el sentido opuesto. Sorprenden las tiendas y la restauraci­ón abiertas o la educación presencial a todos los niveles. No se entiende la falta de alineamien­to político, de lo que se asume derivan unas medidas erráticas que dan sensación de prueba y error. Del confinamie­nto más duro de

Europa se ha pasado a medidas mucho más laxas que las de la mayoría de los países, pese a que las cifras de contagios son parecidas o peores. En positivo, disminuye la arrogancia con la que se miraba a España en la primera fase, cuando el sur de Europa sufrió más que el norte y se atribuía todo a una peor gestión económica, social y sanitaria. Ahora estamos todos en el mismo bote. Nadie tiene claro el modelo que seguir.

Propuesta para Barcelona

¡Gran oportunida­d! El turismo y la inversión internacio­nal representa­n una gran parte de la economía barcelones­a. Es importante trabajar en la imagen en el extranjero: ciudades como Barcelona pueden beneficiar­se del cambio de paradigma en las formas de trabajo y distribuci­ón de la nueva economía. La disociació­n entre para quién trabajamos y dónde lo hacemos promoverá el crecimient­o de urbes con alta calidad de vida y capacidad de atracción de talento, buenas infraestru­cturas y conectivid­ad. La oportunida­d es enorme, y para Barcelona puede significar dar el salto y consolidar­se como uno de los grandes polos de atracción de innovación y talento del sur de Europa. Son claves la mentalidad a largo plazo, la colaboraci­ón público-privada y el apoyo de un comité de expertos con conocimien­to transversa­l y visión internacio­nal.

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