La Vanguardia

Los clichés femeninos son cosa del pasado

Piñeiro y Giménez Bartlett dan carta de naturaleza a las protagonis­tas de la novela negra, el último día del exitoso Bcnegra

- MAGÍ CAMPS

Poco a poco las mujeres han ido ocupando papeles protagonis­tas en la novela negra, hasta el punto de que hoy ya no es relevante que el trabajo de investigar un crimen lo lleve a cabo un hombre o una mujer. Dos pesos pesados de la novela negra participar­on ayer en la última jornada de Bcnegra, la argentina Claudia Piñeiro y la española Alicia Giménez Bartlett. A la pregunta que les formuló Miquel Molina, director adjunto de La Vanguardia, de si había una actitud feminista en sus novelas, las dos coincidier­on en que las protagonis­tas femeninas se habían convertido en una normalidad.

Giménez Bartlett declaró: “Los clichés femeninos de la novela negra son espantosos, la mujer fatal, la mujer del policía, la cómplice... Siempre secundaria­s. Tenía interés en romper esos clichés y que ellas también destruyera­n algunas cosas. En mi caso, más que una reivindica­ción feminista, era de una lógica fundamenta­l”. Piñeiro estuvo de acuerdo: “Desde la novela negra acompañamo­s el cambio. El papel de la mujer se tapaba no solo en este género, también en la sociedad”.

Molina planteó las adaptacion­es al cine y les preguntó si las tenían en cuenta cuando escribían. “No pienso nunca, ni con la primera, que no sabía si me la publicaría­n –dijo Piñeiro–. Pero como también soy guionista, parto de imágenes. Mis novelas, como tienen trama, les resulta más fácil o atractivo a los directores llevarlas al cine”. Giménez Bartlett, en cambio, declaró: “No lo tengo en cuenta. No soy nada visual. Trabajo con palabras, no con imágenes. La primera vez que hicieron una serie, no quise participar. No recuerdo las caras de la gente, pero sí las voces y lo que me han dicho; soy más auditiva. Cuando era pequeña y veía una película de terror, cuando llegaba una escena fuerte, me tapaba los oídos, no los ojos”.

Piñeiro también habló del aborto, presente en sus novelas y finalmente legalizado en su país: “En mi última novela, Catedrales (Alfaguara), coincidió en ese momento en Argentina y entró en el debate con la religión. Es una cuestión privada. La situación clandestin­a también era un crimen, porque si te descubrían podías acabar en prisión tres años. Una cosa es la fe y otra cosa es lo que los hombres del poder en la Iglesia han decidido lo que está bien y lo que está mal. La fe es otra cosa”.

El último libro de Giménez Bartlett, Sin muertos (Destino), recoge toda la vida de Petra Delicado: “Lo he hecho porque me di cuenta de que mi personaje ha cobrado una cierta independen­cia respecto de mí. Tres italianas me dijeron que no estaban de acuerdo en que hubiera casado a Petra por tercera vez: ‘La auténtica Petra no lo habría hecho’. ¿Y quién es la auténtica Petra? Pues este libro me ha ayudado a entenderla”.

La mesa matinal de ayer rendía homenaje a Chester Himes y a su novela Un ciego con una pistola. Para hablar de los diferentes tipos de violencia, los grados de intensidad, la violencia implícita y la explícita, la redactora jefa de Cultura de este diario, Sílvia Colomé, moderó una mesa bien nutrida, con Jordi Cussà (véase la entrevista), Salva Alemany, Santiago Díaz y Tuli Márquez.

Alemany, autor de Alacrán (Amarante), dijo que la suya es “una novela negra llena de humor”. “Me gusta el humor y creo que es muy necesario. En la novela negra suele haber toques de humor y de ironía. No es fácil hacerlo, pero me apetecía”. El debate derivó en si la novela negra es un género menor, y Alemany consideró que “quizá sí es un género menor, pero también necesario, y es menor porque no vende tantos ejemplares como otros géneros, no por la calidad”.

Santiago Díaz respondió: “Me da rabia que se trate como un gé

nero menor. Es el más difícil de todos, porque tienes que estar pendiente de todo lo que sucede, jugando con los lectores, no diría tanto engañándol­os, para que no descubran al asesino antes de tiempo”. Díaz, que publica El buen padre (Reservoir Books), confiesa que “en esta novela quería que hubiera un secuestro, pero que no fuera por dinero, que fuera distinto. Finalmente decidí hacerlo por justicia, para sacar de la cárcel a un chico que el secuestrad­or, su padre anciano, considera que es inocente”. En esta historia aparece la inspectora Indira Ramos, “que me gustaría que tuviera continuida­d”.

Tuli Márquez, autor de La mida dels nans (Més Llibres), considera que “en este país es muy difícil encajar la verdad” y por eso decide en su libro “repartir estopa, como hicieron los norteameri­canos en tiempo del maccarthis­mo”, y se declaró admirador de James Ellroy. “He leído el libro de Jordi Amat El hijo del chófer, y el mío sería la parte ficcionada, la cara B”, concluyó.

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Las escritoras Claudia Piñeiro, conectada desde Argentina, y Alicia Giménez Bartlett, en el plató de Bcnegra, moderadas por Miquel Molina, director adjunto de La Vanguardia
ANA JIMÉNEZ Las escritoras Claudia Piñeiro, conectada desde Argentina, y Alicia Giménez Bartlett, en el plató de Bcnegra, moderadas por Miquel Molina, director adjunto de La Vanguardia

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain