Oro para Dinamarca y bronce para España en el Mundial
Los ‘hispanos’ encuentran la recompensa ante Francia con su 15.ª medalla
“Este bronce tiene un sabor especial”, esbozaba una sonrisa el capitán Raúl Entrerríos, que disputaba su último Mundial. “Nos sabe a gloria”, remataba Viran Morros, otro de los veteranos de los hispanos, sintetizando el consuelo que encontraron en el bronce ganado a Francia con todo merecimiento (35-29). Es la tercera medalla en cuatro años que conquista esta generación brillante que cerrará un ciclo en los Juegos de Tokio en verano, y que elevó la cuenta del balonmano español a 15 metales en los tres grandes torneos (Juegos, Mundial y Europeo).
Después del séptimo puesto del Mundial 2019 y el quinto del 2017, el bronce es la recompensa que buscaba la selección dirigida por el catalán Jordi Ribera después de realizar un buen torneo, jugado de menos a más. Los hispanos, una amalgama de jugadores de once equipos que juegan en seis países, basan su fortaleza en la conjunción del colectivo. Se conocen de memoria desde hace años, pero inevitablemente pagaron la larga inactividad causada por la pandemia (habían disputado dos partidos en un año), lo que se tradujo en un arranque del torneo irregular.
“Hay que felicitar al equipo por la progresión, la intensidad y entrega que ha tenido en cada uno de los partidos”, reconocía Ribera a sus hispanos. “Han sido capaces de recuperarse poco a poco, tras empezar empatando con Brasil, y poco a poco fueron mejorando su rendimiento”.
Así, conforme fue cogiendo rodaje, España se creció, se reencontró con ella misma y recuperó sus credenciales: intensidad defensiva, velocidad y diversidad táctica. Brillaron ante Alemania y Hungría, solventaron con grandeza el cruce de cuartos con Noruega, pero cayeron en semifinales con una Dinamarca superior, aunque tuvieron sus opciones.
En su noveno partido, en un torneo larguísimo y extenuante, los hispanos se rehicieron del varapalo del viernes mejor que Francia, y vencieron con solvencia y genio a su histórica bestia negra. Fue un triunfo fundamentado en una mayor ambición, un gran juego colectivo, una defensa de nuevo intensa, con un Rodrigo Corrales espléndido con sus 16 paradas (un 38% de acierto), y la aportación estelar de los hermanos Dujshebaev, con 14 tantos entre ambos, que escenificaron el cambio de guardia.
“Teníamos una espina clavada después de perder contra Dinamarca y queríamos acabar con una victoria”, decía Corrales, el gran protagonista con tres paradas seguidas en el arranque furibundo de los hispanos, que salieron como un miura con un parcial de 4-0 (Solé 2, Dani Dujshebaev y Ariño) que servía para encarrilar la victoria.
Una salida vertiginosa que se prolongó hasta un rotundo 7-2, primera ventaja de +5 de la mano de un Álex Dujshebaev que se echaba al equipo a la espalda. El santanderino del Kielce, cada vez con más rango, anotó 6 goles en 8 intentos en el primer tiempo, acabó siendo el máximo anotador (8) y fue, junto a Corrales (10 paradas de 23 tiros, 43%), el artífice del dominio de los hispanos hasta el descanso (16-13).
Se esperaba que Francia, selección siempre competitiva, reaccionara de un momento a otro. Lo intentó con la máxima aproximación, el 16-15 de Fàbregas, pero fue un espejismo. La selección española siguió apretando el acelerador gracias a la variedad y la calidad de sus recambios, con Aleix
Gómez, Figueras y Ángel Fernández en pista. Además, Corrales seguía parando y los Dujshebaev tenían el brazo suelto para poner la máxima distancia, un +7 (32-25) a falta de 8 minutos. Ni los tres goles seguidos de Descat (33-29) inquietaron a España. En los 3 últimos minutos, Corrales bajó del todo la persiana con su 16.ª parada, que certificaba la cuarta medalla en un Mundial y la 15.ª en su historia.
“Nos vamos a casa orgullosos de este equipo, por cómo trabajamos. Acabar así con un bronce lo sabremos valorar porque es muy importante para el balonmano español”, destacaba el portero gallego.