La Vanguardia

La prostituci­ón infantil no existe

- Francesc Puig

El Reino Unido se vio sacudido en el 2012 por un suceso real que puso en cuestión el trabajo de la policía británica: la tardía desarticul­ación de una red de abuso sexual de menores en Rochdale, una ciudad situada a 20 kilómetros al norte de Manchester. La miniserie de la BBC La infamia narra en tres episodios este controvert­ido caso en el que las autoridade­s fueron acusadas de no actuar a tiempo por temor a ser tachadas de racistas, ya que los pederastas eran hombres de origen pakistaní.

La producción, estrenada en el 2017 y que hoy llega a Filmin, se centra en la historia de tres de las 47 niñas identifica­das como víctimas de esta explotació­n sexual infantil. La serie ganó el Bafta a la mejor miniserie y a la mejor actriz de televisión, galardón que recibió una de sus jóvenes protagonis­tas, Molly Windsor, quien interpreta a Holly, una estudiante de 13 años con problemas de rebeldía frente a su padre que traba amistad con dos chicas que suelen ir a una tienda de kebabs a pasar el rato. Allí les ofrecen comida y bebida gratis, incluido vodka, y el drama surge cuando acaban siendo víctimas de abuso sexual y no saben cómo escapar de esa situación.

El gran mérito de La infamia es la forma en cómo muestra la indefensió­n y la impotencia que sienten estas víctimas, primero ante los agresores sexuales, y después ante la policía y la Fiscalía, que no prestaron ningún caso a su situación cuando fueron informados por una trabajador­a de un centro de atención sexual, conocedora de lo que estaba ocurriendo. “Todos saben lo que ocurre pero todos dicen que no pueden hacer nada”, se lamenta la trabajador­a social.

Las autoridade­s, temerosas de fomentar la xenofobia, no dieron demasiada credibilid­ad a las primeras denuncias. Desestimar­on el caso y alegaron no tener pruebas suficiente­s. No sería hasta cuatro años después cuando se reabrió el caso tras las dudas de calidad de esa primera investigac­ión y la presión de la prensa. La experienci­a de las víctimas, reacias en un principio a colaborar después del trato recibido por la policía, fue clave en el juicio que acabó con la condena de nueve acusados.

La serie narra unos hechos escabrosos sin caer en el sensaciona­lismo pero sin rehuir tampoco de los detalles más sobrecoged­ores. Y lo hace sin tapujos, con escenas de impacto. Como cuando unos padres llegan incluso a dudar de la moralidad de su hija después que en el juicio la hayan acusado de ser en realidad una prostituta, ya que recibía dinero a cambio de esas relaciones sexuales. “No existe la prostituci­ón infantil, existen los abusos a menores”, rebate la trabajador­a social. La infamia es una serie necesaria que muestra una realidad que a veces no queremos ver y un ejemplo de que las injusticia­s y los abusos no se solucionan ignorándol­os.

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