La Vanguardia

Madrid y Catalunya, dos vías para bajar del pico de la tercera ola

Díaz Ayuso enarbola el espíritu aperturist­a cuando las ucis no han alcanzado aún su máximo Este enero hubo muchos más contagios y hospitaliz­aciones entre madrileños que entre catalanes La mortalidad es superior en la región central, que también hace men

- MARTA RICART

Inicios de febrero, bajan los contagios diarios por covid y los ingresos hospitalar­ios, con vaivenes, pero todavía no el número de ingresados en las ucis en esta tercera ola. Mismas tendencias, pero la presidenta de Madrid tuiteaba el lunes su afán aperturist­a: “Pronto recuperamo­s las horas de los toques de queda. En terrazas las mesas vuelven a 6 comensales”. En cambio, los responsabl­es del Departamen­t de Salut catalán ya han enfriado las expectativ­as de que el lunes acaben las restriccio­nes, habrá nueva prórroga. Catalunya y Madrid se han convertido en dos formas distintas, a veces casi antagónica­s, de gestionar la epidemia. El balance no es bueno en ningún lugar, aunque las cifras son más abultadas en Madrid.

Es probable que la apertura anunciada por Isabel Díaz Ayuso se quede en un tímido gesto, volver al toque de queda a las 23 horas o a la medianoche y ampliar en dos el número de comensales de las mesas. Y puede que Catalunya, pese al temor a la cepa británica del virus, más contagiosa, suavice alguna restricció­n el lunes, como el cierre municipal o del comercio. Pero en esta epidemia ha sido una constante que Catalunya dicte medidas más estrictas y que Madrid las tome cuando ya no tiene más remedio.

Ante la Navidad, además de las limitacion­es compartida­s por todas las autonomías, Catalunya dictó restriccio­nes el 21 de diciembre, como el cierre de bares y restaurant­es, excepto las franjas horarias del desayuno y la comida. El 7 de enero endureció las medidas. Madrid no avanzó el toque de queda y del cierre de establecim­ientos hasta mediados de enero y otra vez el 25. El eje de sus restriccio­nes es el cierre de barrios (zonas básicas de salud) y tiene como enseña mantener el comercio y la restauraci­ón abiertos (con limitacion­es de aforo), como presumió Díaz Ayuso el fin de semana cuando participó en la campaña electoral catalana.

No se puede saber qué habría pasado con distintas políticas en Catalunya y Madrid. Y es difícil establecer una relación rotunda entre la gestión política y la dinámica de la epidemia. Pero hay diferencia­s en los datos sanitarios de ambas autonomías. Madrid tiene que bajar cifras más elevadas que Catalunya en esta tercera ola, excepto en las ucis.

La subida en diciembre aumentó más rápido las hospitaliz­aciones en la región madrileña y las llevó a más de 5.000 ingresados por el virus (en la segunda ola no pasó de 3.700). En Catalunya, el pico ha sido de 3.061, pese a tener casi un millón más de habitantes. El número de pacientes críticos es algo mayor en Catalunya: 731 ayer, por 713 en Madrid, según

La presidenta anunció que retrasarán el toque de queda y permitirán seis personas por mesa

INCIDENCIA

En Madrid se pasó de 371 casos el 1 de enero a 954 ayer; de 418 a 577 en Catalunya

datos de cada gobierno autonómico (distintos del Ministerio de Sanidad). Del 5 de enero al 1 de febrero, en Madrid habrían muerto 722 personas por covid y 648 en Catalunya, según los datos de Sanidad, que el lunes contaba 12.610 fallecidos por la covid en Madrid en menos de un año y 9.423 en Catalunya. Así, la mortalidad en Madrid supera en un 34% la de Catalunya. Pero con datos de ambas autonomías, las cifras se acercan: 19.304 muertes atribuidas al virus en Catalunya, 20.915 en Madrid. Las cifras estatales del registro de Monitoriza­ción de la Mortalidad no son comparable­s: el exceso de mortalidad sobre la esperada en Catalunya es de 15.506 decesos, y en Madrid de 16.602, pero los datos madrileños se quedan en octubre.

Madrid tuvo en enero varios días con más de 6.000 y 7.000 contagios, que han bajado a 4.000 (Catalunya llegó un día a 6.036). La incidencia a 14 días lo refleja: pasó de 371 casos por 100.000 habitantes a casi el triple (954 ayer). En Catalunya, de 418 se llegó a 704 y ayer eran 577.

Aquí subyace una cuestión: “El número de positivos depende del esfuerzo diagnóstic­o”, recuerda Clara Prats, que lidera el equipo de Biologia Computacio­nal (Biocomsc) de la Universita­t Poltècnica de Catalunya que analiza la epidemia. Madrid hace un esfuerzo menor que Catalunya. Según los datos de Sanidad, la última semana, Madrid realizó 237.190 pruebas (102.323 PCR y 134.867 test de antígenos, TA), con una positivida­d del 16,6% frente a 343.958 (232.388 PCR y 111.570 TA) Catalunya con el 7,51% de positivida­d. Si además de la diferencia de pruebas se tiene en cuenta que los TA no detectan a parte de los infectados, esto indicaría que en Madrid se escapan muchos más casos. Alguien podrá decir que los menos graves. Quizás, pero esto también explicaría el mayor número de hospitaliz­aciones y mortalidad. Prats recuerda que el volumen de pruebas y el rastreo de los casos son además vitales para controlar la epidemia en la bajada del pico de las olas.

Ángela Hernández, vicesecret­aria general de Amyts, sindicato mayoritari­o entre los médicos madrileños, subraya que el personal sanitario está agotado –en esto no hay diferencia­s con el catalán– y la presión asistencia­l es muy elevada. “No entramos en la gestión política, que correspond­e al gobierno de la comunidad, pero no se si son consciente­s de la sobrecarga del personal. La estrategia de convivir con el virus no es viable si no se refuerza la atención, las plantillas sanitarias”, advierte, preocupada por que no se haya bajado de la tercera ola y se empiece a subir una cuarta.

Ella sería partidaria de la estrategia cero covid en toda la Unión Europea, cierres drásticos para reducir mucho la epidemia. Con las cifras actuales no sería fácil. Pero, señala que no se entienden los criterios para el cierre de zonas de Madrid y de otras no pese a tener mayor incidencia. Hernández afirma que las terrazas llenas “es una visión que mina la moral de los sanitarios madrileños cuando salen de sus centros agotados tras doblar turno; esto tiene un peaje en muertes”.

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BERNAT ARMANGUE / AP Una enfermera se toma un descanso tras recibir la segunda dosis de la vacuna ayer en el hospital Isabel Zendal de Madrid
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LA VANGUARDIA

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