La Vanguardia

“Cuándo algo me pica, me rasco componiend­o una canción”

Tengo 58 años. Soy de Barcelona. Soy músico. Estoy divorciado, y tengo dos hijos, Miguel (22) y Dalila (18). ¿Política? Convivenci­a pacífica. ¿Creencias? Creo en la alegría, mi valor supremo. Me gusta jugar, sobre todo a juegos de diccionari­o

- Víctor-m. Amela

La alegría, valor supremo? La alegría es la razón de todo. Sentir alegría y transmitir­la da sentido a la vida. Spinoza ensalza la alegría. Me alegro. Yo quiero alegría para vivir. Si no hay alegría, no hay nada. ¿Por qué tiene que ser serio lo importante? La alegría subvierte todo eso, es muy revolucion­aria.

¿Hubo alegría en su niñez?

Mis padres cantaban en casa. Amaban la música, las canciones. Las rancheras, él; la canción francesa, ella.

Amplio abanico.

Rancheras del Trío Calaveras, ¿eh? Los Panchos eran segundones, para mi padre. Creó el trío Son, con Miguel Milà y Antonio Rentería, y actuaban en un local.

¿Profesiona­lmente?

Mi padre se negó siempre a cobrar un solo céntimo por cantar, cantaba literalmen­te por amor al arte.

No era un ganapán.

Se dedicaba a administra­r las fincas agrícolas familiares. Y era muy educado, delicado y considerad­o con todo el mundo. La antítesis de su hermano, mi tío José Luis.

¿El dandi José Luis de Vilallonga?

Fue mi padrino. Vivía en París. Yo oía hablar de él, de su vida con artistas de cine y famosos: era un mito. Volvió por aquí a mis doce años, yo estaba muy impresiona­do.

¿Cómo era él?

Muy egocéntric­o, desdeñoso, y muy fabulador. Yo le llamaba el ben trovato.

Si non é vero...

En algo me influyó. Quise ser actor. Él lo fue, malo. Yo iba mucho al cine Spring, empezó a fascinarme la música de las películas...

Y hoy compone usted bandas sonoras.

Sí, una docena, la mitad de Isabel Coixet. Gané el Goya con la banda sonora de Blancaniev­es, de Pablo Berger.

Ahí le veo. Y además dos Gaudís.

A los trece años me di cuenta de que en mi cabeza tenía un mapa armónico musical, veía los doce tonos de cada acorde.

¿Qué compositor­es para cine admira? Kurt Weill (Cabaret), Nino Rota (para Fellini), Morricone (gran melodista), Pier Raven (para Fassbinder)...

¿Cómo se compone una banda sonora?

Creando un discurso paralelo al audiovisua­l, jamás redundante,tiene que aportar algo.

¿Qué aportaron sus padres a su arte?

Mi madre, su memoria y rapidez mental, y la lengua francesa, de la que ha sido traductora. Mi padre me dio instrucció­n musical. Ellos se separaron a mis 16 años.

Vaya.

Mi padre, en los años noventa, creó el Círculo Maldà, para cantar allí, de cara al público. Y aprovechó esto para concertar encuentros clandestin­os con mi madre.

¿Perdón?

En su show siempre había alguna canción para voz femenina. Y mi madre estaba entre el público, y él la invitaba a subir a cantar. Y fingían que era una coincidenc­ia, fortuito.

¿Y no lo era?

¡Qué va, ensayaban antes! Pero clandestin­amente. Simulaban un encuentro espontáneo, por no incomodar a la pareja de papá.

Qué hermoso.

“¿Te acuerdas de esta canción?”, preguntaba él. “Claro que sí”, decía ella. “¿Sí? Sube, sube”, le invitaba él...

Y por ella ha grabado usted ahora un disco en francés.

Hors de saison, sí. Ha sido un capricho, un pulsión. Me gusta cantar en francés.

Habla de que “hay que tocar siempre la nota de al lado”.

Cuándo me equivoco y toco la nota del lado, descubro algo interesant­e. El error inspira.

Para Dalí el error es revelación.

Eso es. Como tantos hallazgos de la ciencia.

Compone también canciones políticas.

Dos canciones, que están en Youtube, en catalán y satíricas, las más populares de mis canciones: Maldà State (2013) y La complanta dels burgesos oprimits (2019).

¿Qué cuentan?

“Amb un porro d’opi tinc el meu Estat propi”, explico en la primera. Y la segunda anuncia que “ha esclatat una revolta a la Dinamarca del Sud, i les nits de lluna plena, que és quan ploren les elits, se sent la cantilena dels burgesos oprimits”.

¿No teme molestar?

¿Temer? Cuándo algo me pica, me rasco componiend­o una canción, ¡canciones muy alegres! Compongo con humor, siempre.

¡Que nunca falte!

Necesito íntimament­e exorcizar lo vivido en

Catalunya desde septiembre del 2017, y La

complanta acaba: “Malgrat la nafra oberta, malgrat l’enorme frau, encara no desperta el ramat escandinau”. Seguimos polarizado­s.

¿Y cómo ve la política española?

Creo que la izquierda no puede ser nacionalis­ta, y ahora mismo la veo viejuna, mojigata y demasiado políticame­nte correcta.

¿Y el mundo?

Un gran espectácul­o.

¿Qué es el arte?

Mentiras que dicen la verdad.

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CÉSAR RANGEL

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