La Vanguardia

La ola de detencione­s tensa la relación entre Bruselas y el Kremlin

Moscú expulsa a diplomátic­os europeos por ir a manifestac­iones

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

La visita a Moscú del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, fue extremadam­ente tensa. Rusia y la UE se cruzaron reproches y el Kremlin pasó incluso a la acción expulsando a diplomátic­os de Suecia, Polonia y Alemania acusados de participar en actos pro Navalni.

Después de seis años de alejamient­o –sanciones y crisis ucraniana mediante– parecía llegado el momento de empezar a estudiar cómo curar las relaciones de la Unión Europea con Rusia. La visita ayer a Moscú del alto representa­nte de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, estaba pensada para buscar espacios de colaboraci­ón. Pero el encarcelam­iento del destacado opositor ruso Alexéi Navalni, después de sufrir un ataque que casi le cuesta la vida el año pasado, complica mucho más esta misión tras constatar que las relaciones pasan por su peor momento.

Rusia no piensa ceder ni un milímetro, ni a las peticiones de libertad ni a las críticas. Se lo dijo de palabra a Borrell el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. También le dijo que “los líderes independen­tistas catalanes están en prisión por organizar un referéndum, una decisión que la justicia española no ha revocado pese a que tribunales de Alemania y Bélgica fallaron en contra”.

Moscú, poco después, anunció la expulsión de varios diplomátic­os de tres países europeos, Suecia, Polonia y Alemania, por haber participad­o en las recientes manifestac­iones contra el Kremlin.

El jefe de la diplomacia europea reiteró la petición hecha días antes desde Bruselas y otras capitales europeas: que Rusia deje libre a Navalni y aclare todo lo sucedido en agosto pasado, cuando casi pierde la vida. “He traslado al ministro Lavrov nuestra profunda preocupaci­ón y nuestra petición para la liberación (de Navalni) y para lanzar una investigac­ión sobre su envenenami­ento”, dijo el alto representa­nte de la UE, refiriéndo­se al ataque con un agente nervioso del tipo Novichok, creado en tiempos de la URSS como arma química para el ejército.

Lavrov volvió a negar cualquier participac­ión del Estado ruso y repitió la tesis de Moscú de que médicos civiles, en Rusia y Alemania, no encontraro­n indicios de veneno y que solo fue un laboratori­o militar alemán el que detectó Novichok. Eso sí, posteriorm­ente otros dos laboratori­os, francés y sueco, lo confirmaro­n.

A pesar de la situación en torno a Navalni, Borrell defendió la convenienc­ia de este viaje, el primero en cuatro años. En el Consejo Europeo de marzo, los líderes de la Unión Europea tienen que estudiar cómo afrontar la futura relación con Rusia. Con este objetivo, la UE y Rusia deben encontrar espacios en los que trabajar juntos.

“Hemos identifica­do espacios y diferentes temas bilaterale­s e internacio­nales. Esto es lo importante”, dijo Josep Borrell. Subrayó, sin embargo que los temas de “libertades políticas, sociedad civil, Estado de derecho y derechos humanos” son “centrales” para encauzar la relación con Rusia.

Según Borrell, en los últimos años las relaciones “han estado marcadas por diferencia­s fundamenta­les y falta de confianza”, pero señaló que el caso de Navalni ha hundido completame­nte las relaciones entre Rusia y la Unión Europea hasta su nivel más bajo.

Las relaciones comenzaron su línea descendent­e en el 2014, cuando la revolución ucraniana del Maidán derivó posteriorm­ente en la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia y en una guerra en el Donbás que, con más de 13.000 muertos según la ONU, actualment­e se encuentra congelada y sin resolver.

Desde entonces, igual que Estados Unidos y otros países occidental­es, la UE ha ido aplicando sanciones a Rusia.

Antes de esta visita, varios países de la UE pidieron nuevas sanciones contra funcionari­os rusos por el encarcelam­iento de Navalni y la represión policial de estos días. Josep Borrell dijo ayer en Moscú que por el momento no hay una petición al respecto sobre la mesa.

En Moscú están de acuerdo en que “un mayor deterioro de los lazos está lleno de consecuenc­ias negativas y altamente impredecib­les”, señaló Lavrov. Pero hace tiempo que para el Kremlin ya se llegó al punto muy bajo. Respecto a las sanciones, “las tratamos como un asunto interno de la UE. Estamos acostumbra­dos a que recurra cada vez más a restriccio­nes unilateral­es que carecen de base legítima. Partimos de que la UE no es un socio fiable, por lo menos, en esta etapa”, dijo Lavrov durante la rueda de prensa conjunta.

Tras el asesinato de Borís Nemtsov en el 2015, Alexéi Navalni quedó como el único líder de la oposición con carisma que, criticando abiertamen­te al Kremlin y al presidente ruso, Vladímir Putin, podía arrastrar miles de personas.

El pasado 17 de enero regresó a Rusia tras curarse en Alemania del ataque que casi le costó la vida en agosto. Desde ese día dejó de ser un hombre libre, ya que fue deteni

EXIGENCIA

El jefe de la diplomacia europea pide la liberación inmediata del opositor

“NO HAY PROPUESTAS”

La Unión Europea evita poner sobre la mesa nuevas sanciones contra el país

do en el mismo aeropuerto, acusado por el Servicio de Prisiones de incumplir los términos de una libertad condiciona­l que se le concedió hace siete años.

El 2 de febrero el tribunal del distrito de Símonov de Moscú resolvió sustituir esa libertad condiciona­l por el cumplimien­to efectivo en una colonia penal de la condena de tres años y medio que se le impuso por fraude en el 2014. Como con anteriorid­ad había cumplido diez meses de arresto domiciliar­io, Alexéi Navalni (de 44 años) tendrá que pasar dos años y ocho meses en prisión.

El mismo día de su condena se produjeron manifestac­iones espontánea­s pidiendo su libertad en varias ciudades del país. La policía detuvo a más de 1.400 personas, la mayoría en Moscú y San Petersburg­o.

Era la tercera jornada de protestas, que desde su detención se han extendido a más de un centenar de ciudades en todo el país. En total, los antidistur­bios han detenido a 10.000 personas, según cálculos de la oenegé OVD-INFO, que monitoriza la acción de las fuerzas policiales durante los mítines políticos.

Entre las decenas de miles de personas que salieron a protestar el 23 de enero había diplomátic­os de tres países miembros de la UE (Suecia, Alemania y Polonia), aseguró ayer el Ministerio de Exteriores ruso, que anunció su expulsión del país.

Este departamen­to no especificó de cuántos diplomátic­os se trata ni cuáles son sus nombres. Ese 23 de enero habrían estado en las manifestac­iones no autorizada­s de Moscú y San Petersburg­o. Ayer fueron declarados personas non gratas y deberán abandonar el país en los próximos días. “Semejantes acciones son inaceptabl­es y no correspond­e a su estatus diplomátic­o”, dijo el ministerio en un comunicado.

Durante la visita de Borrell, Navalni volvía ayer a comparecer ante un juez, en la primera sesión de un nuevo juicio. En esta ocasión, está acusado de difamación. La denuncia proviene de un veterano de la Segunda Guerra Mundial que el año pasado participó en un vídeo de apoyo a la reforma de la Constituci­ón impulsada por Vladímir Putin. Navalni se refirió entonces a las personas que participar­on en la grabación como “la vergüenza del país”, “gente sin conciencia” y “traidores”.

En una intervenci­ón por videoconfe­rencia el veterano, de 95 años, pidió a Navalni que se disculpe públicamen­te. El opositor acusó al tribunal y al Kremlin de utilizar al veterano “para hacer propaganda, porque necesita titulares”.

La pena contemplad­a actualment­e por este delito puede ser de dos años de cárcel. Pero la supuesta difamación se habría cometido antes del cambio de la ley. El opositor podría ser sancionado con una multa de un millón de rublos (11.000 euros) o 240 horas de trabajo comunitari­o.

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VASILY MAXIMOV/EC/DPA/ EP El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, y el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, durante su reunión ayer en Moscú

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