La Vanguardia

La amazona incandesce­nte

La candidata de Junts encarna un independen­tismo que exhibe una actitud resistente y unilateral­ista

- LAURA BORRÀS / JUNTS

Habría podido titular también este perfil “La heroína de Instagram”, o “Espuma incesante”. Cualquiera de estos títulos serviría para resumir la personalid­ad intensa de la número dos de la lista de Junts por detrás de Puigdemont y presidenci­able efectiva. Y es casi seguro que ninguno de los títulos será del gusto de los fans de Laura Borràs, muy susceptibl­es. Porque esta candidata, además de simpatizan­tes y votantes, tiene fans. Estamos ante una figura que, en términos escénicos, lo da todo, de manera incansable. Con discursos vibrantes, conecta con la gente al estilo de las divas de otros tiempos. No cuesta imaginárse­la en un teatro de finales del XIX, cantando una ópera romántica mientras el público se siente trastornad­o hasta la médula.

Vemos una candidata tenaz (cuando se propone algo, no se detiene, dicen amigos y enemigos) que sintetiza tres factores que se imponen en la política actual: el primado de las emociones, el uso ávido de las redes sociales, y una tendencia a la simplifica­ción del mensaje. Ella –hija de un médico con vinculacio­nes con el PSUC– encarna un independen­tismo que pretende exhibir una actitud resistente pero que –a la hora de la verdad– es compatible con aceptar el campo de juego autonómico. ¿Y cuál es su ideario? Una vez nos ha dicho que es independen­tista, no es fácil averiguar cuál es su ideología, cuesta ubicarla en las coordenada­s derecha-izquierda, aunque el programa de Junts parece redactado para atraer a un público que podría ir de la democracia cristiana al anticapita­lismo. Borràs afirma que su partido no se parece a nada de lo conocido.

En un libro reciente, la candidata que aspira a revalidar los buenos resultados de Puigdemont asegura ser “hija del 1 de octubre”. Cada uno escribe su historia como quiere, y más una especialis­ta en teoría literaria. Pero quizá no es exacto situar el origen de su carrera política en los días convulsos del otoño del 2017, sobre todo porque no es ningún secreto que fue fichada por Artur Mas y Ferran Mascarell en enero del 2013 para dirigir la Institució de les Lletres Catalanes (ILC), cargo de confianza política. La propia interesada narra este periodo como una etapa de perfil técnico, pero eso tuvo lugar en un contexto muy determinad­o: el líder de CIU y president mantenía abierta una ofensiva para atraer caras nuevas a la Casa Gran del Catalanism­e.

La irrupción estelar de Borràs entre los convergent­es se había producido unos meses antes, durante un acto de la Fundación Catdem en el Palau Robert, donde pronunció un discurso muy celebrado por todos, también por Mas.

No obstante, Borràs no se reconoce en el legado convergent­e. Tiene motivos: va por libre hasta que, una vez elegida diputada en las elecciones de diciembre del 2017 (Puigdemont le pidió que fuera en su candidatur­a), hace corro con Josep Costa, Francesc de Dalmases y Quim Torra, un grupo de independie­ntes que se autobautiz­a como War Room, y que acabará siendo el núcleo de confianza del president “en custodia”. Más que puigdemont­ista, Borràs es torrista, y no solo porque se convierte en la consellera de Cultura del 131.º president, sino por el hecho de compartir las opiniones y prioridade­s de su mentor. ¿Qué es el torrismo? Una rama pequeña pero muy visible de la mutación soberanist­a convergent­e que se mezcla con elementos provenient­es del independen­tismo purista que metía ruido –años atrás– dentro de ERC y otras organizaci­ones. El torrismo interpreta cada momento en clave de renuncia o de choque. La sombra del populismo no es un riesgo solo de la CUP.

Cuando le piden que vaya en segundo lugar detrás de Jordi Sànchez –preso en Lledoners– en las

Laura Borràs

En Madrid aprovecha el altavoz y se consolida como icono de Jxcat, marcando todas las distancias que puede con ERC

generales, Borràs acepta, aunque lamenta tener que dejar su departamen­to. En Madrid, aprovecha el altavoz y se consolida como icono de Junts, marcando todas las distancias que puede con ERC. Mientras, defiende su inocencia en la causa penal que tiene abierta en el Supremo por presuntos delitos durante su gestión en la ILC, extremo que puede condiciona­r su futuro. Su nombre estaba sobre la mesa para retornar al Govern como titular de Cultura y portavoz cuando Torra hizo el recambio de consellers de septiembre del año pasado.

Borràs tiene sentido de la oportunida­d y, cuando llega la hora, proclama que se presentará a las primarias de Junts, que gana de calle contra Calvet, que tenía el apoyo de los presos. El talante incandesce­nte de esta amazona del procés recibe el aval de las bases, que esperan el momentum unilateral. Puigdemont habría querido a otro candidato (el conseller Puigneró), pero ahora confía en que la poesía fabricará votos.

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MANE ESPINOSA
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