La Vanguardia

El negocio del ‘calçot’ pierde más de 12 millones

El confinamie­nto municipal y comarcal fuerza el cierre de restaurant­es y reduce el fenómeno de las ‘calçotades’ a la mínima expresión

- SARA SANS

“El calçot es un producto de fiesta y representa todo lo que ahora se nos tiene prohibido”, afirma Marcel Rodriguez, productor de esta cebolleta que, con epicentro en Valls (Alt Camp), generaba cada año un negocio de más de 14 millones de euros en la zona. Sinónimo de celebració­n y de grandes encuentros familiares y de amigos, las restriccio­nes impuestas por la pandemia han reducido los grupos a seis personas, han condiciona­do aforos y horarios y la puntilla: el cierre de los municipios. El confinamie­nto comarcal tampoco invita al optimismo entre los restaurado­res que han visto caer en picado una clientela que venía principalm­ente de Barcelona, Lleida, Girona y Aragón.

Un fin de semana como este, en muchos de los restaurant­es del Alt Camp, como Casa Fèlix, podían servirse hasta 1.500 calçotades. “La semana pasada apenas tuvimos medio centenar, contando las que hacemos para llevar”, explica Laura Ricote, encargada de eventos de este emblemátic­o establecim­iento que sigue abierto “porque tenemos el hotel y esto nos permite poder servir cenas a los clientes”, apunta. Otros, como El Álamo, cerró definitiva­mente a finales de año y Cal Ganxo lo ha hecho temporalme­nte, como mínimo mientras se mantengan las restriccio­nes de movilidad, las que han tocado de muerte al sector.

Un caso paradigmát­ico es el de La Masia del Pla, ubicado en el Pla de de Santa Maria (2.300 habitantes), que sigue abierto entre semana –“porque paran clientes que se mueven por el trabajo”, apunta Marc Mestres, su copropieta­rio– pero que cierra los fines de semana. Hasta que llegó la pandemia servían unas 300 calçotades cada sábado y cada domingo. Con el confinamie­nto municipal el fin de semana pasó de 600 ágapes a ninguno y decidieron cerrar. “A partir de la próxima semana, con el confinamie­nto comarcal volveremos a plantearno­s abrir, pero este año el negocio de la calçotada parece que está casi perdido”, lamenta.

Laura Ricote y Marc Mestres coinciden en que estos establecim­ientos son amplios y disponen de jardín y terrazas y están preparados para mantener todas las medidas de seguridad sanitaria. Esperan que la situación mejore en cuanto se levante el confinamie­nto territoria­l. Mientrasta­nto, se las ingenian como pueden promociona­ndo, por ejemplo, las calçotades para llevar.

“Esta situación nos está haciendo muchísimo daño porque la gente de la zona ya organiza las calçotades en sus masías; nuestra clientela viene de fuera de la comarca”, insiste el presidente de la Associació de Restaurado­rs de Valls, Joan Francesc Mira. El fenómeno de las calçotades movía en la zona más de catorce millones de euros, según un estudio encargado por la Cambra de Comerç de Valls. La entidad ha hecho un llamamient­o para consumir calçots, “con seguridad, en pequeños grupos, en restaurant­es de cada municipio o para llevar”. Aún así, calculan que la caída global del negocio será superior al 80%.

Es el segundo año fallido. En el 2020, con el primer confinamie­nto se acabó bruscament­e con la temporada. La producción de calçots era excelente y las previsione­s apuntaban a un consumo de 18 millones de cebolletas con sello IGP (Indicació Geogràfica Protegida), a la que están acogidos medio centenar de productore­s de las comarcas del Alt y Baix Camp, Tarragonès y Baix Penedès. Finalmente se vendieron 16 millones. Muchos productore­s tuvieron que tirar calçots. “Este año, en previsión de lo que podía pasar, ya se plantó un 25% menos”, dice su presidente Francesc Xavier Amill. Y, aunque se resiste a poner números, teme que este año no llegue a recogerse ni una cuarta parte de lo que se habría producido en un año normal.

Los productore­s han plantado un 25% menos y aún así temen que las ventas se reduzcan a la cuarta parte de un año normal

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XAVI JURIO Algunos productore­s como los de Majols Natura han compensado con Mercabarna la casi nula demanda de los restaurant­es

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