Pequeños estallidos de épica
Qué partido más emocionante, el del miércoles pasado en Granada! ¡Qué competición más eléctrica, esta Copa de eliminatorias a un solo partido! Como las personas, como cualquier empresa, los equipos en fase inicial, o en formación, como el Barça de Koeman, necesitan acumular certezas, si quieren crecer. Que tras descartar una apuesta táctica se consolide poco a poco otra. Constatar que una determinada manera de jugar, si insistimos, funciona; que aquel jugador es garantía de que no perderás pelotas, y que aquel otro es fiable defendiendo el uno contra uno...
Estas certezas, una vez consolidadas, permiten dedicar la atención y los esfuerzos a otros aspectos, quizá no tan evidentes, pero que te permiten mejorar juego y resultados. En cada partido vemos que los de Koeman intentan hacer bien alguna cosa nueva. El número de jugadores que intervienen de manera decisiva también ha ido aumentando, poco a poco. Es verdad que no funciona como el reloj que perdimos, pero el Barça vuelve a tener medio campo. Y eso es como decir que vuelve a ser reconocible. Uno ya empezaba a desesperarse, viendo que las direcciones deportivas y los entrenadores sucesivos no se esforzaban lo bastante. El medio campo del Barça tendría que ser tan innegociable como la pelota en el escudo.
Le doy vueltas porque creo que la idea emergió como una evidencia, entre la culerada que nos quedamos pegados a la pantalla y sufriendo, a medida que pasaban los minutos y el Barça no encontraba portería: si acababan ganando aquel partido, parecía evidente que el conjunto daría un paso adelante, crecería para lo que resta de temporada. ¿Cómo es que los grupos humanos necesitamos estas pequeñas dosis de épica encendida para creer un poco más en nosotros mismos? Se ve que tiene que intervenir la suerte, la pasión y el arrebato, una racha de viento, el favor de alguna fuerza irracional, porque enterramos el escepticismo que llevamos de fábrica. Parece que coronar una remontada en el último tramo, después de sufrir, dando salida a la tensión acumulada, sella las posibles fisuras, las rendijas por donde entraban las dudas que ahogaban el conjunto. El héroe crece encima de las cenizas del tipo lleno de dudas que era antes. Confiamos en que esta victoria agónica, aunque sea entre semana, y en los cuartos de la Copa, sea este paso adelante que necesitaba el equipo. Construirnos a partir de pequeñas certezas, sellar la nave con pequeños estallidos de épica e ir fortaleciéndola partido a partido parece una buena receta para preparar las embestidas que tienen que venir.
En todo caso, llegue donde llegue, ver cómo crece un equipo es más agradecido, entretenido y divertido, que asistir a su muerte lenta.
En cada partido vemos que los de Koeman intentan hacer bien alguna cosa nueva