La Vanguardia

Cerrada pugna por liderar una mayoría abierta

El PSC repunta ante una hegemonía secesionis­ta más frágil y una ERC que tiene a Junts muy cerca

- CARLES CASTRO LAURA ARAGÓ

La pugna es muy cerrada pero todo está abierto para las elecciones del 14 de febrero. El PSC y Esquerra aparecen como los principale­s aspirantes a la victoria en votos, pero seguidos tan de cerca por Junts que el pronóstico se tambalea cuando se trata de prever la victoria en escaños. De hecho, la incertidum­bre sobre la participac­ión obliga incluso a contemplar la posibilida­d de una victoria en votos del partido de Carles Puigdemont sobre Esquerra. Y la elevada tasa de indecisos sitúa en la recta final las verdaderas claves del desenlace.

Por el momento, lo que dibujan las encuestas es una apretada pugna entre el PSC y ERC por la primera plaza, con una ligera ventaja socialista en porcentaje de voto (en una franja del 20% al 24% para ambas formacione­s), mientras que la traducción en escaños apunta más bien hacia un empate entre los 30 y los 35 diputados.

Ahora bien, aunque Junts se mueve en una horquilla de voto por debajo del 20%, su proyección en escaños puede llegar a 31 o 32 diputados (27 en el peor supuesto). Y ese cómputo podría permitir a Laura Borràs empatar o incluso superar a ERC y al PSC como fuerza parlamenta­ria. Todo dependerá de la movilizaci­ón de los votantes de cada partido. Y ahí es donde interviene la elevada tasa de indecisos.

Según las encuestas, Junts parece tener menos electores que Esquerra y PSC, pero más decantados y movilizado­s. De hecho, los votantes de Puigdemont muestran una disposició­n a acudir a las urnas entre seis y diez puntos superior a la que exhiben los del PSC o ERC.

El resto de formacione­s juegan en otra liga y su objetivo es amortiguar al máximo la caída (Ciudadanos), mantenerse (los comunes), delimitar las fronteras de la derecha (el PP y Vox) o esperar a que se cumplan las buenas previsione­s (CUP). El partido de Arrimadas se mueve en torno al 10% de los sufragios, con una horquilla de entre 10 y 15 escaños. Por su parte, los comunes oscilan entre el 6% y el 8% de los sufragios, lo que podría reportarle­s los mismos escaños que en el 2017 o alguno más, pero también dos menos.

La pugna entre el PP y Vox por el voto de la derecha es muy encarnizad­a. El problema de los populares es que el elector conservado­r que apuesta por el voto útil frente al nacionalis­mo tiene ofertas más viables en el centro del tablero político y eso deja a los populares compitiend­o con la ultraderec­ha por el voto de protesta y el malestar. De ahí que ambas fuerzas aparezcan casi empatadas y con una horquilla de escaños similar: entre seis y ocho el PP, y entre cuatro y siete, Vox.

Finalmente, los antisistem­a de la CUP podrían incluso duplicar sus escaños del 2017. Su rechazo a cualquier consenso les permite arañar votos de Esquerra y, sobre todo, competir por los electores más intransige­ntes de Junts. Eso explicaría la férrea apuesta de la CUP por el bloque nacionalis­ta, más allá de las considerac­iones ideológica­s.

El otro gran dilema, y el decisivo tras una década de proceso soberanist­a, se centra en la continuida­d o no de la mayoría independen­tista en el Parlament. Eso sí, el objetivo de superar el 50% de los votos no parece al alcance de los partidos secesionis­tas, cuyo sufragio global se mueve entre el 44% y el 49%.

Ese eventual descenso desde el 47,6% que cosecharon en el 2017 a un porcentaje en torno al 44% no significar­ía, sin embargo, la pérdida de la mayoría absoluta en la Cámara catalana. La actual mayoría de 70 escaños podría volverse precaria y reducirse a 68 o 69 –justo la mitad más uno del Parlament–, pero pocos sondeos otorgan al bloque secesionis­ta un cómputo de escaños por debajo de la mayoría absoluta.

En definitiva, resulta muy difícil saber qué ocurrirá el 14-F. Existe un fenómeno denominado “espiral del silencio”: una decantació­n de los electores que no se detecta. Y esa decantació­n sigilosa –en uno u otro sentido– podría hacerse realidad en medio de una emergencia sanitaria, económica y social inéditas y de un proceso soberanist­a que no ha cumplido sus expectativ­as pero ha dejado un denso poso de malestar.

Algún sondeo deja a los independen­tistas por debajo de los 68 escaños o a Esquerra y Jxcat con empate en escaños

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